Lunes, hoy este día tendría un nuevo significado para mí. Llegaría la
contestación oficial de empresas Machine, la posible audiencia que me había
anunciado la señora Moses, verle la cara a Gerard, ¡oh, ciertamente no podré
verle a la cara! Hoy, no. De solo imaginar lo que él pensara de haberme ido sin
despedirme o el recuerdo que él mismo tendrá de nuestro encuentro, provoca
nuevamente un escozor insoportable en mi vagina, un escozor para nada agradable.
Rememoro una y otra vez la escena y no encuentro que pudo haber salido mal. Es
un hombre decentemente dotado, su técnica para hacerme el cunnilingus no era de
una persona inexperta; sencillamente mi orgasmo no llego, lo imperdonable fue
la resequedad de mi vagina y la actitud de él indiferente. Cierto que fingí pero
era como si él hubiese estado en otra página diferente a la mía.
Por lo menos hoy puedo caminar, el sábado no quise ni levantarme de la
cama. Las burlas de Stella solo sumaron motivos para mi gran estado de ánimo,
solo puedo pensar que el karma existe, si tan solo me hubiese mantenido en la
opinión de no acostarme con alguien del trabajo, ahora no tendría a mi espalda
el peor revolcón de mi vida y que además fue con uno de mis jefes, esto es una
absoluta mierda.
-¿estas lista ya? –pregunta Robert saliendo de la habitación de Stella y
ajustándose una última vez la corbata de su traje.
-solo déjame tomar algo fuerte antes de irnos –él enarca una ceja no
entendiendo mi actitud.
-¿es una broma? –
-oh, bebe. Solo déjala, que hasta yo tomaría una botella de vodka si fuese
necesario si tuviera que verle la cara al peor polvo de mi vida –Robert entonces
miró ceñudo a Stella.
-oh, oh –digo con una lata de cerveza en la mano ¿Qué? No bromeaba –Stella,
cariño –le digo sorteando el terreno –
-¿Qué? –mira de Robert a mi sin entender lo que está sucediendo.
-¡no vuelvas a repetirlo! –es la respuesta enojada de Robert a Stella y
sale tirando la puerta.
-¿pero que le sucede? Ni siquiera me dio un beso de despedida –
-oh, y a mí me dejara sin mi acostumbrado aventón de los lunes –le digo
dejando renuente mi lata de cerveza –por Dios, Stella, no vuelvas a bromear
sobre tu pasada vida sexual con tu futuro esposo –le digo dándole un beso en la
frente y salgo también pitando, deseando que Robert en su estado de ánimo no me
haya dejado olvidada.
Para mí fortuna Robert está en el parqueadero del edificio con su rostro
enfurruñado pero aun esperándome, él es un sol.
-¡solo se ha acostado con el imbécil de Dave Simmons y conmigo! –despotrica
apenas subo al auto.
-y créeme el mal polvo de la ecuación seria él –le digo medio en broma,
medio en actitud consoladora, aunque tomó mis hurras en su favor de otra forma.
-oh, se me olvidaba que ambas probaron su caramelito –juro que lo intente,
pero la cara de Robert no tiene precio y empecé a reír sin poder evitarlo –eres
una perra –dice arrancando el auto y gracias a Dios que llevaba puesto el
cinturón de seguridad.
-oh, vamos. No seas una nenasa, y solo lo dices porque te cabrea que otra
polla haya estado en el coño de tu chica y como bien debes de saber ese
caramelito solo fue probado por Stella cuando mucho en un par de ocasiones
–dije a la defensiva cuando sus ojos me miraron como si me quisiese fulminar,
hombres.
Llegamos al trabajo en un absoluto silencio, si quería estar enojado eso era
problema de él y Stella. Estoy por replantearme eso de que mi dulce Robert sea
un macho beta, aunque para el ego de un hombre mejor si somos vírgenes vestales
cuando les abrimos las piernas, como si ellos lo fueran cuando llegan a
nosotras.
-ustedes las mujeres son un absoluto dolor de cabeza –refunfuña leyendo
algo en su teléfono, seguramente Stella le estará escribiendo.
-oh pero amas a ese dolor de cabeza en especial –le digo enlazando mi brazo
con el de él mientras esperamos que abra el ascensor.
-es mi hermana, es casi imposible que no
la ame –es su respuesta y me deja fría en mi lugar.
-pensé que era Stella –mi voz se ha convertido en un murmullo.
-no, es Aubrey –nuevamente mira su teléfono y me separo de él apenas las
puertas del ascensor se abren –el bastardo de Colleman está rondándola
nuevamente –me dice bajo cuando se posiciona junto a mí –solo que él ha estado
ocupado cuando mi hermana pequeña no ha visto el sol desde que rompieron –oficialmente
soy un jodido caso de nervios.
-¿Cómo puedes saberlo? –un frio metálico desciende por mi columna, Stella
por favor que no le haya contado nada.
-simplemente lo sé –dice cada vez más cabreado –un hombre como él no puede
tener su polla dentro de sus pantalones –justo cuando lanza el ultimo
comentario las puertas se abren y prácticamente salgo corriendo y maldita mi
suerte que junto al pasillo de recepción esta Gerard ¿esperándome? Por un
demonios que no sea así.
-buenos días –murmuro poco entusiasmada, Robert le estrecha la mano
educadamente y sigue su camino sin esperarme, maldito traidor.
-por tu cara no creo que sean muy buenos –me responde Gerard y solo quiero
que la tierra me trague.
-no vamos a tener esta conversación –digo a la defensiva y camino en
dirección a mi oficina.
-como que me llamo Gerard Stewart sino –le escucho decir y oficialmente
este día se ha convertido en el peor de mi vida.
Bueno, mejor temprano que tarde, vivo resolviendo mis estupideces la mayor
parte del tiempo, esto no es más que un problemilla adicional que tengo que
capear en mi haber. Coloco mi portafolio sobre mi escritorio y mi cartera sobre
el mueble que está detrás de mí silla, Gerard entró a mi oficina y el único
sonido que se escuchó fue el del clic de la puerta al echar seguro. Decido
dejar que él entable la conversación, por mi parte no hay nada que decir.
-¿esta es tu nueva forma de jugar? –me increpa ante mi silencio -¿fingir
que no tuvimos sexo el viernes por la noche? –su voz es apenas contenida y no
sé si sentir admiración ante su autocontrol o fastidiarme por su maneras de
señor.
-no es un juego, simplemente sigo el curso natural de las cosas –le
contesto indiferente mientras tomo asiento.
-¡eres increíble! creí que después de lo que compartimos al menos hubieses
tenido el tacto de no irte sin despedirte –esto es más de lo que puedo
soportar.
-¿lo que compartimos? Creí que habíamos follado. Lo mismo que hice con otro
hombre que ni sabía ni mi nombre en un cuarto de una disco no hacía una semana
y lo mismo que hare con el primero que me cruce cualquier día antes que termine
esta semana –su cara era ilegible ante la frialdad de mis palabras –Gerard,
follar es mi pasatiempo y no repito con el mismo –él sacude la cabeza como si
no creyese que le hubiese dicho esto.
-podemos tener algo real –dice como si estuviese convenciéndose de la
verdad más absoluta.
-no sé qué impresión tienes de mí, pero soy una mujer con una profunda
letra escarlata en mi frente, ya he perdido la cuenta de cuantos hombres han
pasado en mi vida y ciertamente tú no eres especial –
-eres repugnante –me dice asqueado, hago una mueca cuando percibo la
aversión real que empieza sentir hacia mí –no sé cómo pude siquiera tocar con
mis labios los tuyos –enarco una ceja divertida.
-oh ¿te refieres a mi coño o a mi boca?–me carcajeo ante su expresión
atónita –dilo Gerard C-O-Ñ-O quizás así puedas darle un orgasmo a una mujer y
no finja para complacerte –
-no acabas de decirlo –cruzo mis brazos y sonrió con maledicencia –vales
tan poco, pero esto no ha acabado –sale de mi oficina sin dedicarme una segunda
mirada y no me siento triunfante, no cabe duda que para mí fue un mal polvo,
pero más que su culpa todo sucedió en mi mente.
Dejo caer mi cabeza sobre el escritorio, no era mi intención dañarlo de esa
manera, era mi secreto pero no lo pude evitar, a veces me siento como un puerco
espín que no permite que nadie se acerque a través de sus púas, me consuelo pensando que no es la primera
persona que lastimo con mis acciones y otra más no hará la diferencia; pero es
mi jefe, me susurra mi conciencia y mi respuesta llega como por ensalmo.
-Anne ¿Qué haces? –la voz de Robert nunca sonó tan dulce.
-reflexionando acerca de la gran zorra que soy –le digo sonriendo y el me
observa a través de sus rubias pestañas como si quisiese desentrañar el
acertijo que es mi vida.
-vale, si has terminado con tus profundas reflexiones, te necesitamos en la
oficina del jefe –me pongo en pie de inmediato, no soy de las que se
autocompadecen de sí misma –esas es mi chica –sonríe y espera que salga para
venir tras mí.
Al entrar en la oficina del señor Brosnan, Clare se encuentra allí en
modelo de secretaria, Gerard como subdirector que para mí tranquilidad tiene su
mirada fija en unos papeles, Robert como asesor de la cuenta Machine y por
supuesto el señor Brosnan.
-tomen asiento por favor –indica el señor Brosnan a todos los presentes,
haciendo lo mismo al instante –Anne, no tengo buenas noticias –su anuncio es
como un baldado de agua fría para todos los presentes.
-¿a qué te refieres? –Dispara Gerard olvidando los papeles a los cuales no
les había quitado la vista –la reunión del viernes prácticamente había sellado
el trato –dice tan sorprendido como me siento yo, miro al señor Brosnan a la
espera que aclare toda esta situación.
-han hecho una nueva objeción –su mirada se centra en mi –quieren que te
acerques hoy a las oficinas de Machine pero esta vez, sola –
-solo están jugando con nosotros –por fin hallo mi voz –saben que nuestra
propuesta es por lejos mejor –digo con más seguridad, empiezo a comprender su
juego –iré, claro que iré a Machine –digo colocándome en pie no soportando el
bolo de adrenalina que se dispara en mi sangre –pero no iré sola, Robert vendrá
conmigo. De todas maneras él hace parte de este proyecto tanto como de
importante es mi participación –
-ellos han sido enfáticos en que asistas sola –vuelve a recalcar el señor
Brosnan.
-deje esto en mi manos jefe, se cómo lidiar con el señor Moses –
-¿estas segura? –interviene Robert y le doy un guiño por respuesta.
-debes recordar la envergadura de este proyecto –habla Gerard sin mirarme
–no es como si puedas convencer a Moses con unas de tus sonrisitas –repone con
acritud.
-Gerard –Robert advierte sin titubear pero la animosidad de Gerard no
desaparece.
-señores, por favor. No es momento de que los ánimos se caldeen –habla el
jefe y Gerard parece reconsiderar su actitud.
-jefe, creo que debemos ponernos en marcha, cuanto antes tengamos este
contrato firmado, podremos concentrarnos en otras cuentas –digo indiferente a
la pequeña gresca entre los dos hombres, me sorprende que Clare no intervenga.
-Clare, prepara el contrato para que Robert y Anne lo lleven con ellos y
llama a Machine para avisarles que todo está listo –
-no les informe que asistiré acompañada –le digo mientras toma nota
laboriosamente, ella mira al jefe esperando su aprobación, me contengo de
gruñir solo por demostrar lo insultada que me siento ante su falta de respeto a
mi autoridad.
-has como ha dicho Anne –dice el jefe, dando por terminada nuestra pequeña
reunión.
Clare es la primera en salir y Robert y yo la seguimos de inmediato, Gerard
tendrá sus asuntos con el señor Brosnan porque no abandona la oficina.
-¿Qué sucedió entre Gerard y tú el viernes? –me susurra Robert algo
enojado.
-ahora no. Tenemos que hablar del contrato de Machine –le susurro, no es
una conversación que quisiera que Clare escuchara.
Nos dirigimos por separado a nuestras oficinas, el ordenar nuestras
pertenencias no nos lleva demasiado tiempo y en breve estamos los dos enfrente
de Clare esperando por el contrato, en ese momento Gerard sale de la oficina
del señor Brosnan.
-Clare, lleve una copia del contrato de machine a mi despacho –habla Gerard
a su paso y el rubor de Clare no me pasa desapercibido, aquí algo se cocina.
No tengo tiempo de seguir evaluando la posible relación entre ambos,
después de todo me es indiferente en que hueco meta Gerard su polla,
ciertamente en mi coño nunca más. Rápidamente Clare nos entrega a Robert y a mi
nuestra copia del contrato y se apresura a cumplir la orden de Gerard, suerte
le deseo.
-¿ahora me explicaras las cosas? –me recrimina Robert cuando estamos fuera
del edificio donde se encuentran las oficinas de Brosnan Enterprise.
-solo mantén la mirada en el tráfico –le digo para aligerar el ambiente –me
acosté con Gerard el viernes, él esperaba que lo acosara hoy por la mañana y le
exigiera que gritáramos nuestra relación a los cuatro viento –le digo en broma.
-¿Dónde quedo la política de no confraternización? –
-no te preocupes, no saltare sobre tus huesos –sigo bromeando, lo que diré
a continuación es realmente importante y no sé cómo prepararlo –Machine firmara
el contrato, me quieren hoy en sus instalaciones porque esperan convencerme de
que pase a hacer parte de la platilla del personal de su empresa –y fácil como
es decirlo, Robert da un volantazo provocándome que pierda uno o dos latidos
del corazón.
-¿sigues bromeando? –
-por las experiencias sexuales de mi vida que no –me mira un instante como
diciendo que no tomo nada en serio.
-imagino que dirás no –retoma la conducción y le doy una miradora
conocedora de “¿Qué crees?”
-a menos que su oferta te incluya –reflexione bajo, no había pensado en
ello ante pero si ellos me ofrecían garantías, Robert tendría que ser una de
ellas.
-¿y dejar al señor Brosnan en la estocada? –
-realmente no entiendo cuál podría ser el interés de ellos en mi trabajo –
-bueno, estas a pocos paso de averiguarlo –me indica Robert cuando entramos
a un estacionamiento.
El edificio donde está ubicado Machine urbanísticamente es uno de los
rascacielos más llamativo de la ciudad a la vez que publicitado. Al ingresar a
la recepción nos entregan unas credenciales y la realidad de las circunstancias
empieza a abrumarme, caminamos en dirección a los ascensores cuando aparece
tras sus puertas la piedra molesta en mis zapatos, Ethan Colleman.
Sobrecargado de porta planos sale del Ascensor, había olvidado que el chico
dorado era arquitecto, sabe Dios lo que hará con esas manos y no me refiero a
los planos que diseñara para su empleo. Imposible adivinar lo que estará
sucediendo en su cabeza al vernos a Robert y a mi frente a él, pero puedo estar
segura de mi propia reacción y no me siento para nada cómoda, ante Robert,
Ethan es un desconocido para mí, e inmediatamente cuando nuestras miradas se
cruzan hago una ligera negación con mi cabeza hacia él, en este punto ni él, ni
yo, nos conocemos.
-Hans –
-Colleman –los miro a ambos de hito a hito, ¿es enserio?
-que sorpresa –Ethan intenta entablar conversación con Robert, pero es un
fracaso desde el principio.
-mucho gusto, Annette Jones –extiendo mi mano hacia Ethan a quien tomo
sorprendido –trabajo con Robert –sonrió en dirección a mi amigo y le advierto
con la mirada que no es el momento de ser estúpidos con lo que sea que este
jugando Ethan con su hermana.
-Ethan Colleman –y estrecha mi mano, soltándola al instante. Me abstengo de
bufar, ni que fuera clamidia o alguna ETS.
-¿eres el novio de Aubrey, cierto? –pregunto con inocencia –Robert y yo tenemos
una entrevista de trabajo en el doceavo piso –no aparto mi mirada de Ethan, mi
mensaje es claro –puedes hablar con tu cuñado, querido –ahora mi atención está
en Robert –creo que la reunión con el señor Moses puede esperar por ti –sonrió
en dirección de Ethan –saluda a Aubrey de mi parte –un ascensor vuelve a
abrirse y no pierdo la oportunidad de escabullirme.
Me posiciono en una esquina del elevador y apoyo mi espalda en la
superficie metálica, respiro con tranquilidad, no me gustan las casualidades,
no creo en el destino. El hecho de cruzarme con Ethan en los últimos días y en
situaciones inesperadas me hacen sentir insegura, no por el hecho del hombre
que él encarna, no sería el primero que como él me cruzo en mi camino, solo que
no puedo evitar sentir un inexplicable temor por las consecuencias de lo que él
y yo hicimos. Si bien Stella es harina de otro costal, Robert no me perdonaría
lo que hice, su hermana es tan sagrada como lo es Stella en su vida y aunque no
dudo de la sinceridad de nuestra amistad, él no podría perdonarme lo que en su
momento le hice a su hermana. He perdido tanto en la vida que perder lo poco
que tengo me deja desvalida.
El ascensor abre en las oficinas de Machine, esto es otro universo. Me
registro en recepción y la secretaria me pide unos minutos mientras anuncia a presidencia.
A continuación la escena que se desarrolla ante mis ojos es para no creer, la
secretaria calla y se queda mirando detrás de mí e irremediablemente me siento
atraída por ver que es lo que ha causado el mutismo de ella y por todo aquello
que puede ser sagrado siento como mis propias fuerzas fallan.
Ante mi esta un hombre, se nota unos años mayor que yo, nos miramos
fijamente, él con un conocimiento de causa sobre mí y yo solamente sorprendida.
Somos casi de la misma estatura, no diciendo que él no sea alto porque soy una
mujer que mide 1.77, así que solamente nos miramos a través de los mismos ojos violeta,
él es rubio, pero yo soy castaña porque me tinturo el cabello pero pasando por
alto el detalle, él y yo pasaríamos por hermanos gemelos.
-Annette –lo dice como una invocación –tanto tiempo –retrocedo unos pasos.
-Christopher –la voz serena pero llena de autoridad del señor Moses se
convierte en un farol para mí, giro en dirección a él necesitando de algo
seguro -¿Qué haces aquí? –la recriminación en su voz me provoca un sobresalto
pero su mirada no es dura hacia… ¿Quién es él?
-¿nos conocemos? –interrogo, Robert maldita sea ¿Dónde estás? Suplico en mi
mente.
-esto no tendría por qué haber sucedido de esta manera –niega el señor
Moses –lo siento Annette, por favor acompáñanos a mi oficina –dice con resignación y solo
puedo mirar hacia atrás y ver una vida confusa y llena de velos.
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