Tomo el primer taxi que pasa frente al edificio perteneciente al emporio
Machine, menudo día ha resultado y ya he tenido mi cuota diaria de casualidades
en un mismo lugar, le indico al conductor la dirección de mi madre y me dedico
a observar el cambio del paisaje a medida que vamos abandonando la zona
céntrica de la ciudad. A mamá le gusta vivir lejos del bullicio, en sus palabras
no califica para el ritmo desenfrenado de la sociedad actual, lo cual no me
importaría si no fuera porque me toca también pagar la renta para nada
económica de su casa de campo como le gusta llamarle. Pero solo nos tenemos
ella y yo, ella pago mis facturas por muchos años, es a esto lo que llaman
deber de hija.
No quiero pensar en el señor Moses, en Christopher o en toda esta extraña
situación, ¿es enserio que ahora tengo padre? froto mis sienes cuando un
terrible dolor de cabeza empieza a tomar forma, pareciera que todo el drama
adolescente de mi vida que evite por años solamente quisiera aparecer como
enviado del cielo. A esta edad solo tienes que pensar en tu renta, en ascender
en tu trabajo, en tener a un hombre ocasional que te de buen sexo y quizás empezar
a preocuparte por el estado de tus óvulos; no tendrías que estar preocupándote
porque de la nada aparece una familia que no sabías que tenías.
-esta es la dirección que me ha indicado –
La voz cansina del conductor me recuerda lo que es real, miro a través del
cristal del auto y en efectivo estamos frente a la casa de mi madre, quien está
abriendo la puerta en estos momentos, seguramente cuando escucho el ruido del
auto.
-gracias señor –le entrego el dinero de la carrera y salgo al encuentro de
mi madre.
Mi madre es una mujer de cuarenta y ocho años, mide 1, 70 cm, rubia natural
y una bomba de relojería para los hombres incautos. Su último novio tenia
treinta años, el pobre no sabía que estaba con una verdadera devoradora de
hombres; aunque no apoyo ninguna relación que ella tenga por motivos que rayan
en la sensatez, porque incluso alguien como yo sabe de límites en el peor de
los casos, no puedo evitar desear que mi madre encuentre a alguien que sepa
sobrellevar todas su maneras y formas. Jamás lo confesaría a voz en cuello pero
a veces deseo que mi madre me demuestre que nosotras somos más que este molde y
que aunque hemos fallado infinidad de veces, quizás muy allá en la lejanía
pudiese existir la verdadera felicidad para nosotras.
-mi tesoro –susurra mi madre cuando me estrecha entre sus brazos.
Pocas son las veces que mi madre se permite este tipo de debilidad, así que
solamente cierro los ojos, aspiro su característico perfume de Carolina Herrera
y la abrazo conservando este momento como valioso junto a muchos otros que
hemos compartido.
-¿has subido de peso? –me aleja y sonrió ante su táctica de romper el
hielo.
-dado que sigo una dieta vegana, hago ejercicio todos los días, dudo que
pueda siquiera subir un kilo en una semana que no nos hemos visto –le riño
mientras avanzamos al interior de su casa.
-¿Qué sucede? –me pregunta a quemarropa.
-puedes ir sirviendo la comida mientras te pongo al tanto –no tiene sentido
dilatar la situación.
Me siento en la barra del desayuno, mientras mi madre se desenvuelve en su
inmaculada cocina de granito.
-¿recuerdas el proyecto que significaría beneficios para mi portafolio? –
-aja –dice en tanto seca unos platos.
-pues bien, lo conseguí –su rostro se ilumina con su perfecta sonrisa de
diseño -¿te comente para quien era el proyecto? –
-cariño, estoy orgullosa de ti; pero, eso me lo hubiese contado por
teléfono, pero ya que estas aquí voy por el vino para celebrar lo inteligente
que es mi chica –
-trabaje para industrias Machine –la botella que había alcanzado cae de sus
manos reventándose en mil pedazos, no necesito más confirmación
Mi madre me mira por unos segundos sin poder sostenerme la mirada. La veo
tomar una profunda respiración, en un movimiento nervioso y mecánico que suele
hacer cuando las cosas están fuera de su control, empieza a frotar una y otra
vez un colgante que nunca se ha quitado. Espero solo un poco si tiene algo que
decirme pero es en vano, mi madre no es de las personas que le guste hablar de
sus sentimientos.
-que desastre he hecho, voy por… -
-detente mamá –le insto –esto no es de que busques un limpión. Háblame de
Christopher –
Me centro en hablarle de él, no me interesa saber que sucedió entre el
señor Moses y ella. Las relaciones de pareja son demasiado intricadas y
personales y no quiero juzgar a mi madre por su vida sentimental, no así por el
hombre que se supone que es mi hermano, eso cambia las cosas porque un padre
puede ir y venir pero un hermano cambia la ecuación.
-oh Dios –susurra.
Y por primera vez en mi vida veo una faceta de mi madre desconocida.
-se parece a ti –no quiero ser cruel pero necesito que me hable de lo que
la llevo a no estar con mi hermano.
- no –se reclina en el minibar –Annette, necesito que te marches –
-¿enserio mamá? –Le recrimino y me coloco en pie –solo me voy y finjo que
no tienes otro hijo, ignoro que después de tanto tiempo tú me has ocultado algo
tan vital.
-yo no soy madre –dice con una voz lacónica y distante.
-bueno, no creo que él te considere su madre; pero estoy segura que Amelia
no lo engendro –
-¡no menciones a esa mujer en mi casa! –
-vaya, entonces ya ella existía en la vida de mi padre cuando nos tuviste
–es la primera vez que me refiero al señor Moses como mi padre y la sensación
es un tanto extraña.
-tu padre y tu madre soy yo. No tengo más hija que tú y ahora me dejaras
sola –
-¿lo amabas? –
-ay Annette –su rostro demuestra tal desolación que solo quiero abrazarla
como un niño pequeño -¿Cuándo aprenderás que el amor es una invención de los
débiles? –
-¿Qué tienes en ese guardapelo? –
-solo es un colgante –
-no es verdad –me mantengo firme, de las dos quien parece la adulta y mayor
soy yo.
-necesito que te marches –su voz empieza a fallarle.
-mamá, no necesitas esconderte de mi –
-vete Annette, por favor –su voz se quiebra.
Es más de lo que puedo soportar, tomo mi cartera y avanzo hacia la salida.
Mi madre no hablara de su pasado, ella necesita espacio para llorar su dolor,
un dolor que no quiere compartir. Sé que no desea que la vea así, siempre ha
querido que la vea como alguien inquebrantable y sólido. Por respeto a ello,
abandono la casa pero no si antes escucharle preguntar por Christopher.
-¿me odia? –
-¿me enseñaste a odiar a mi padre? –le respondo en cambio, no quiero
decirle que su hijo aunque no la tiene en un pedestal, tampoco la considera la
persona favorita que quisiese conocer.
-cuando dormía solía sonreír –me giro para mirarle –no entendía porque lo hacía
pero era cuando aprovechaba para besarle sus mofletes, era mi parte favorita en
el día, verle dormir para que sonriese y yo pudiese contemplarlo ensimismada –su
relato se detiene, me mira fijamente y comprendo lo que me quiere decir, no lo
abandono porque no lo amase, lo hizo porque no tenía otra opción.
Cierro la puerta tras de mí y me siento en las gradas de la entrada de la
casa, solicito un servicio y mientras espero a que llegue solo puedo pensar en
que mi madre ha sufrido mucho en la vida. No te conviertes en un cínico de la
noche a la mañana, ella tuvo que perder quizás al amor de su vida, desprenderse
de un hijo y luchar con uñas y dientes para sacar adelante a la única hija que
le quedaba.
Pienso irremediablemente en Ethan y en su pequeño, cuando imagine la madre
del pequeño supuse de inmediato que era alguien como yo en la vida de Ethan,
fue sencillo asimilarlo porque no habían sentimientos implicado allí, pero
cuando remito los hechos a la experiencia de mi madre, no puedo ser imparcial. Es
doloroso cuando solo somos sombras pasajeras en la vida de algunas personas,
solo mujeres sin rostro, pero como sabe bien decir mi madre, la procesión se
lleva es por dentro y para los demás solo somos seres frívolos sin sentimientos
alguno. Salto de inmediato cuando mi taxi ha llegado, no quisiera ir a mi
departamento, responder al interrogatorio de Stella, pero no pude siquiera
almorzar con mi madre.
Le indico al conductor que me lleve a un restaurante de comida vegetariana,
necesito asimilar las piezas de la ecuación, si el señor Moses ha hecho todo
esto para contactarme, mi negativa del día de hoy no significara nada para sus
intentos. Las preguntas que me mantienen intranquila son ¿Por qué hasta ahora?
¿Sabía desde antes mi existencia? ¿Cuál es la verdadera historia tras mi
nacimiento? Entro a una cabina individual y soy servida en un tiempo
apreciable, mi teléfono empieza a sonar pero no reconozco el número, la llamada
es desviada al buzón de mensajes y nuevamente entra una llamada desde el mismo
número, cedo a la tentación de saber quién puede estar llamándome.
-si –
-¿señorita Moses? –dejo el tenedor a un lado y concentro mi atención en la
llamada.
-disculpe, ¿con quién ha pedido hablar? –
-Annette Moses, por favor –dice la voz de una mujer al otro lado de la
línea.
-habla con Annette –es mi respuesta diplomática.
-señorita la llamo desde constructora Carson, soy Sussi ¿me recuerda? –
-¿Cómo consiguió mi numero? –
-es una larga historia –escucho la vacilación en su voz y no me gusta para
nada como suena esto –su padre fue quien nos facilitó su número, pero puedo
explicarle esto con calma más tarde, es que el arquitecto Ethan está en una junta
de almuerzo y su bebe esta irritable y no lo puedo interrumpir ¿es para ver si
usted puede hacerse cargo del bebe, en tanto Ethan se desocupa? –y como
secundando la explicación de la tal Sussi, escucho el llanto del pequeño Ethan.
-¿no puede solo llamar a la tía del pequeño? –
-créame, usted es la única persona que me queda que me pueda ayudar. Tengo…
-
-vale, estoy también almorzando. Si quiere que me haga cargo del pequeño,
tráigalo al restaurante vegetariano que queda en la interestatal 5, no está lejos
de su oficina –cuelgo dando por terminada la llamada y de la nada ahora también
estoy siendo responsable de un bebe que no tiene ninguna relación conmigo.
La ansiedad empieza a ganarme cancha, el almuerzo antes apetitoso me sabe a
simples ramas. Me levanto dejando el plato casi intacto y me ubico cerca de la
entrada a esperar que llegue la secretaria de Ethan ¿Cómo termine involucrada
en todo esto? ¿No se supone que la que tiene que capear todo este temporal es
la perfecta de Aubrey?
Veinte minutos después de esperar ansiosa, contemplando cualquier auto que
se estacionaba en la entrada del restaurante, un automóvil azul se estaciona y
una desesperada mujer con un bebe en sus brazos baja del auto.
-gracias a Dios que la pude localizar –son sus palabras mientras me entrega
al pequeño que como en la mañana, esta rojo de tanto llorar.
-ya cariño –lo arrullo y a saber por qué demonios, con mi voz el pequeño
Ethan empieza a calmarse.
-¿es usted su madre? –levanto la vista del bebe a la mujer y la miro sin vacilación.
-¿Quién la traído? No podía manejar y cuidar del pequeño –
-me ha traído Ben, ¿lo recuerda? El otro arquitecto que la ayudo en la
mañana –dice un poco vacilante cuando se percató de su desliz al suponer mi
relación con él bebe.
-dos cosas, no soy Annette Moses; mi apellido es Jones y cuando el señor
Colleman se desocupe, le informara que puede ir por su hijo a casa de la
prometida del señor Hans –
Nos despedimos sin tanto protocolo, pero antes de tomar direcciones
diferentes, cuando Sussi abre la puerta del acompañante puedo ver la mirada
incisiva del hombre que la ha traído, su mirada me desconcierta pero decido
ignorarla porque ahora tengo un problema que solucionar y es poder explicarle a
Stella el motivo por el que estoy haciendo de niñera del hijo del ex de su
cuñada, ¡que embrollo!
-¿Qué haremos tu y yo? –
Ethan me mira sin comprender en el lio que estamos metido, por respuesta
solo recibo gorgoreos ininteligibles.
-¿ya has comido? ¿Sí? Pues vamos a casa, alguien tiene que hacerse cargo de
ti –beso su cabecita llena de una pelusa de cabello negro, imagino que cuando
Ethan lo conoció, no dudó que fuese su hijo.
-cuando Aubrey te conozca, caerá rendida a tus encantos –le azuzo cuando me
sonríe –he caído yo pequeño granuja y eso no es fácil te advierto –detengo un
taxi, pronto mi sueldo se ira en carreras.
Cuando estoy en el portal del departamento empiezo a dudar de mi grandiosa
idea, a Stella puedo engatusarla con cualquier argumento pero a Robert ¿Cómo le
explico esto? Respiro profundo y sujeto a Ethan fuerte contra mi pecho, lo cual
le causa gracia y toco el timbre para que Stella me abra, a veces envidio su
trabajo desde casa.
-¿Quién? –le escucho preguntar.
-ábreme tontarrona de la pelota –
-¡¿Quién?! –esta vez su pregunta tiene una entonación divertida.
-¡tengo las manos ocupadas! –es cuando Ethan también empieza a hacer ruidos
extraños sumándose a la algarabía.
-¿escucho un bebe? –dice Stella cuando abre la puerta del departamento.
-sí, hola. Stella saluda al pequeño Ethan, cariño saluda a la tía Stella –paso
junto a una estupefacta Stella, mejor que le de unos segundo para que asimile
la sorpresa.
-¿de quién es ese bebe? –
-a poco no es adorable –levanto una invisible bandera blanca –no tenía
quien se hiciera cargo de él y ya ves –sigo mi camino hasta mi habitación, se
supone que los bebes duermen más que los adultos y de seguro este señorito
necesita dormir o al menos yo necesito que me dé tiempo para convencer a Stella
de que no me lance en el primer cohete que salga al espacio en los próximos
minutos.
-¿Qué has hecho ahora? –
-por primera vez en mi vida, no es mi culpa que esté haciendo de canguro de
esta criatura, Stella este niño necesitaba de alguien y Aubrey no está en muy
buenos términos con Ethan –
-¿y qué sabes tú de bebes? –
El pequeño Ethan toma uno de mis dedos y empieza a jugar con él, contemplo
por un momento la pregunta de Stella que se perfectamente que está libre de
malicia.
-lo único que sé es que a parte de su padre, por el momento soy con la
única persona que le gusta estar –
-me aseguraste que entre tú y Ethan no había nada –
-¡y no lo hay! –Ethan se sobresalta ante mi estallido y beso sus mejillas
calmándolo - pero si me dieras el beneficio de la duda por unos instantes, me
permitieras contarte lo que me ha sucedido hoy y no estuvieras señalándome como
la peor escoria humana porque al parecer le estoy arrebatando el juguetito
nuevo a tu cuñadita, entonces estarías aquí junto a mí, siendo apoyo en toda
esta situación –
-Aubrey ni siquiera conoce a este bebe y mírate a ti –
-si tú estas sorprendida, dímelo a mí –me levanto de la cama e
inmediatamente Ethan levanta los brazos buscándome –te juro que apenas lo
conocí hoy, no sé cómo explicarlo pero ha creado un extraño vínculo conmigo –me
quito los tacones para estar cómoda, me tiendo junto a él y gatea hasta
colocarse sobre mi pecho, este niño me esta robado el corazón.
Miro a Stella impotente, no es algo que planee, acaricio la cabecita de
Ethan, musita algo en su lenguaje de bebe y poco a poco le veo cerrar su
ojitos, una lagrima escapa de mis ojos.
-la vida es una perra ¿verdad? –digo tras una sonrisa acuosa de mi parte.
Stella se sienta al otro lado de la cama y aprieta mi mano libre, esta es
mi amiga, la incondicional a pesar de mis traspiés.
-Robert no puede enterarse de esto –concuerda y asiento –por obvias razones
entonces iré a pasar la noche en su casa –me da un beso en la frente como la
perfecta mamá gallina que es, sale de la habitación y poco a poco empiezo a
sentir el cansancio por toda esta situación y como el pequeño Ethan, yo también
empiezo a caer en el mundo de los sueños.
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