Había pasado una semana desde que tuve aquella horrible pelea con Stella,
aquella noche me sentí traicionada por sus palabras, ¿desde cuándo Robert o
mejor dicho la hermana de Robert eran más importante que la amistad que nos
unía a Stella y a mí? La manera en que nos conocimos no fue para nada
convencional. Era una de aquellas noches de otoño en que parece que el sol no
quiere dejar de teñir de colores el cielo, parece todo tan perfecto que nada
podía dañar esa aura mágica, pero para mí era un presagio de lo que estaba por
ocurrir, no importa cuán intensa sea la luz del sol o cuan hermoso sean los
colores de las tardes otoñales, siempre el sol se ocultara y la noche oscura vendrá
a nuestras vidas. Recuerdo con nitidez esa noche en particular porque me había
follado a un tipo que ni su nombre vale la pena recordar y precisamente aunque
no merece que mi mente evoque su nombre lo que hice con él sí que jamás lo
olvidare.
Para aquella época era mucho más salvaje de lo que soy ahora, no es lo
mismo hacerlo a los veinte que hacerlo ahora a los veintiocho, los años no
pasan en balde. Él y yo teníamos una historia y por largo tiempo planee concluirla
como la chica en la que él me había convertido, la fiesta de fraternidad era la
indicada y como todos mis planes nada bueno resulta sin que dañe a todas las
personas que me rodean. Esa noche no había ingerido ni una gota de alcohol y
cuando lo encontré a él todo lo que sucedió fue frio y premeditado, le hice un
leve asentimiento con la cabeza y me siguió a una habitación que había
preparado de ante mano.
Recuerdo una a una las emociones que se contenían esa noche en mi interior,
nunca me ha gustado olvidar porque de lo contrario el mundo se abalanzaría
sobre mí y me haría añicos, mejor destruir que ser destruido siempre me he
recordado.
-¿Por qué me has guiado a esta habitación? –preguntó cómo el demonio
taimado que era el bastardo.
-te he extrañado, bebe –ronronee mientras acortaba las distancias que nos
separaban.
-sabes que estoy con Stella –me susurró como si media universidad no lo
supiera, el chico popular se “enamora” de la chica buena, la misma historia de siempre.
-solo lo haces por la novedad, porque ella es un calco barato de mi –me
enfurruñe sin poder controlarme.
-no sabes de lo que hablas –esta vez fue él que no permitió que nos
separara ni una pulgada y su aliento me repugno, lo que tiempo atrás nunca
hubiera creído posible.
-¿entonces porque me has seguido? –susurre con falso deseo, mejor fingir
que estrellarle todo mi odio en su cara.
-porque yo soy tu droga y tú eres una jodida yonqui de mi polla –dijo
mientras frotaba su cuerpo excitado contra mí, fingí un gemido, lo tenía donde
lo quería…con los huevos en mis manos –gatita, gatita, cierto que tu dulce
coñito puede tener todas las pijas que quiera pero siempre querrá a papi,
¿verdad? –gimotee en lugar de gruñirle, fingir que sigue al control me recordé.
-entonces recuérdame lo que bien sabes hacerme –dije antes de besarlo como
solía hacerlo antes, solo que esta vez no habían ningún sentimiento digno de
redención en aquel acto.
Mientras deambulaba en los recuerdos pase por alto los detalles siguientes,
¿para qué rememorar como fingí en cada uno de sus embates? no tenía sentido
recordar su rostro lleno de deseo como siempre fue cuando me veía desnuda ante
él y me follaba o incluso como mi traicionero corazón tomaba alas creyendo que
el sexo y mi cuerpo eran suficiente para tenerlo a él atado a mi o peor aún que
mis sentimiento hacia él podían bastar para los dos.
-tu eres mía –gruñía cuando me empotraba contra la cama y yo me contenía de
gritarle que yo también lo creía mío.
-¿y Stella? –le pregunte en cambio mirándole a la cara.
-esa tonta solo es un reto más –ladee la cara cuando intentó besarme y
sonreí con suficiencia a la cámara que estaba oculta en la estantería y sin
remedio mi cuerpo traicionero se rindió a él.
Desde ese día Stella y yo simplemente fuimos inseparables, nadie entenderá
como precisamente ella pudo no odiarme y ser mi incondicional hasta ahora, pero
solo ella conoce la historia verdadera y me jode precisamente que ella de todas
las demás personas me dé la espalda. Dejo a un lado este estado de zozobra que
me acompaña desde mi encuentro con Ethan y me preparo para enfrentar la
verdadera realidad, Annette Jones asesora comercial de Brosnan Enterprise preparándose
para robarle al tiburón más grande de la competencia la mejor cuenta de los
últimos años.
Cualquier otro día tendría derecho a llegar un poco tarde, pero no hoy.
Entro al abarrotado elevador y relato la presentación de principio a fin en mi
mente, lo siento soy un poco maniaca no lo puedo evitar. Grupo a grupo van
desapareciendo en cada planta y cuando llego a la oficina central pocos han
llegado temprano y respiro aliviada de en un principio estar en el lugar de la
reunión, me dirijo a mi despacho y por enésima vez me cercioro de que la
presentación este guardada en el dispositivo USB y a punto de estallar mis
nervios justo mi persona favorita de la planta entra sin anunciarse a mi
oficina.
-¡oh por Dios! ¡Oh por Dios! ¿Estas nerviosa? –
-buenos días a ti también Clare –
-oh tontita, olvida esas cosas –creo haber agotado mi tiempo al explicarle
un centenar de veces que no soy tonta y ni ella es mi confidente para que se de
ese tipo de confianzas conmigo –levántate, quiero ver que has traído para
comértelos a todos –como es una batalla perdida llevarle la contraria a Clare hago
precisamente lo que me pide –estas caañóón –y aquí vamos con el alargamiento de
las vocales como si con ello le diese más emoción a sus comentarios, juro que
no la soporto, en ella el apodo las rubias son tontas no está para nada
desencaminado.
-Clare, detén esto por favor. En cambio dime si el Señor Brosnan ya llego y
si necesita que le informe algo de la presentación antes de que inicie la
teleconferencia con Machine –ella hace un extraño aspaviento con sus manos a
saber que significa y se sienta en el borde de mi escritorio, oh cuanto odio
ese perfume repugnante que usa.
-relaajaateee amiga –chilla como una colegiala y tengo unas ganas urgente
de asfixiarla –mejor cambiemos de tema –cruza los dedos como si fuese a
confesarme su más oscuro secreto y aquí
vamos – ¡estoy saliendo con alguien de la oficina! –enarco una ceja y me
pregunto quién será esta vez porque de hecho ella sale con alguien de la
empresa cada semana.
-¿sabes algo? No me interesa. Ahora, sal de mi oficina y ve a hacer el
trabajo para el cual te pagan –le digo sin tacto alguno, esta mañana es crucial
para mi sin necesidad de añadirle más drama.
Clare hace pucheros y para mi sorpresa sale sin dar pelea y me pregunto que
se traerá entre manos. Ella lleva un año trabajando como secretaria del señor
Brosnan, quisiera poder decir pestes de su trabajo pero en cuanto a sus
funciones es una trabajadora impecable ¿el problema? Jodidamente todo el tiempo
trata de imitarme y ya estoy cansada de tener un mini club de fans en la
oficina, no necesito de su hipocresía, ella puede caminar por su lado que no me
interpondré en sus asuntos, lo juro.
-¿estresada? –
-¿es que todo el mundo ha olvidado llamar a mi oficina antes de entrar? –Le
espete a Robert y el solo se dedicó a sonreír y a entregarme mi adorada taza de
café de la mañana –olvídalo, ya estas perdonado –suspire cuando me lleve el
primer sorbo a los labios, esto es la gloria.
-Anne, esta cuenta es nuestra –dice mientras masajea mis hombros
tensionados y definitivamente ya me encuentro en el séptimo cielo.
-¿Por qué te casas con Stella y no conmigo? –le pregunte en broma y la
carcajada fuerte y sonora que reverbero en sus labios libero parte de los
nervios que me atenazaban.
En el momento de iniciar la presentación en la sala de junta se encontraban
encabezando el comité el director Joseph Brosnan quien dirigió hacia mí un
inclinamiento de cabeza autorizándome para empezar la teleconferencia, junto a
mi Robert que apretó ligeramente mi mano dándome todo su apoyo, cuando alisé
por última vez mi falda tubo e hice revisión general de los demás presentes mis
ojos se cruzaron con la mirada cargada de deseo de Gerard, fruncí el cejo
ligeramente ante su indiscreción, era un hombre apuesto, soltero, subdirector
general y eso ultimo era lo que me había frenado de terminar en su cama;
prohibido confraternizar con el trabajo era una de mis reglas para ligar, por
el contrario él no cejaba en los intentos de sumarme a su lista de amantes y
por el momento me dedico una pequeña sonrisa ladeada, me hacía acalorar no lo
negare pero hoy más que nunca estaba en mi política, el trabajo primero.
Machine pedía de nosotros publicidad y comercialización de un nuevo
dispositivo de rastreo para agencias de investigación privada, lo nuestro
consistía en evaluar los riesgos y tendencias a la alta de los productos que
ellos buscaban vender a sus clientes, éramos un intermediario para que ellos
lograran sus objetivos de ventas. Nos habían exigido al máximo, habían
postergado la decisión final por un mes y la dilatación de la cuenta no
favorecía a las partes pero siendo ellos los inversores mayoritarios solo
podíamos obedecer a sus caprichos.
-¿creen que este sería el producto final? –interrogo uno de los directivos
de Machine a través de la pantalla.
-mi apuesta segura estaría en la confiabilidad del producto, señores
–afirme cuando presentí otra prorroga más, iba ahora el todo por el todo –lo
cual los haría a ustedes a los responsables de la campaña, no así a la
publicidad –mire fijamente a la pantalla –esto es lo que ofrecemos o lo toman o
lo dejan pero bien saben ustedes que Person C.A no es competencia para Brosnan
Enterprise –
Robert me reprendió con la mirada pero el señor Brosnan sonrió
disimuladamente, no quise mirar a Gerard, necesitaba mostrarme imperturbable.
-Señorita Jones ¿aceptaría cenar conmigo el viernes? –la invitación del
señor Moses director de Machine me tomo por sorpresa –lleve un acompañante, a
mi esposa le agradaría conocer a una mujer con un carácter como el suyo –dijo
sonriendo y aun no podía salir de mi estado de asombro.
-¿e-eso es un sí? –dude al preguntar.
-venga a cenar con nosotros y lo averiguaremos –sonrió una vez más y como
si nada la videoconferencia se cortó.
Me deje caer sobre la silla y busque las manos de Robert para no perder la
compostura, escuche la risa de Gerard en la habitación y para cuando mire al
señor Brosnan tenía en su rostro una afable sonrisa.
-ahora solo tienes que convencer a tu pareja de que te acompañe –fue su
respuesta a todo lo acontecido, aun no salía de mi asombro.
La tensión en los presentes desapareció con las palabras del jefe, uno a
uno empezaron a acercarse a darme las felicitaciones, contestaba mecánicamente
a cada una de las notas de mis compañeros, necesitaba un tiempo a solas,
necesitaba creerme que lo había conseguido.
-¿puedo tener mi mano de regreso? –la pregunta de Robert me hizo enfocarme,
la sala se había despejado al fin.
-¡oh por Dios! –Chille emocionada -¡lo conseguimos! –dije abrazando a
Robert con todas mis fuerzas, me separe solo un poco para besarlo en los labios
lo cual le hizo conseguirle un color rojo intenso a su rostro.
-vale, para –
-cobarde –volví a chillarle antes de volver a abrazarlo.
-siento interrumpir –canto Clare a través de la sala de junta, ¿puede solo
dejar de aparecer donde no la llaman?
-no interrumpes nada –dije liberando al fin a mi pobre Robert.
-juro no haber visto nada –por poco y le quito de una cachetada su estúpida
expresión como de quien no mata ni una mosca –Robert querido, un hombre que
esta como para comérselo y con ello no quiero decir que tú no lo estés ha
venido a buscarte –intento camelearse a Robert con un guiño, por favor, él ya
tiene dueña.
-¿ahora tomas también los recado de Robert? –esta mujer era una metiche de
campeonato no pude evitar azuzarle.
-no tontita, es solo que estábamos saliendo todos de tu magnifica
presentación y ese pedazo de hombre estaba como perdido y solo me acerque para
ayudarlo un poco –lo cual quiere decir que tal hombres sí que estaba buenísimo
y vino esta ave de rapiña por él.
-¿dijo cómo se llama? – se interesó Robert y disimule una carcajada ante la
cara de desconcierto de Clare.
-por Dios ¿Qué cabeza podía tener cuando todos mis sentidos solo podían
percibir el olor a testosterona? –
-vale, pues nos vemos Anne. Nuevamente déjame decirte que estoy muy
orgulloso de ti, esta noche celebramos junto a Stella y ya hablaremos de quien
te acompañara a la dichosa cena –dijo solo para que yo lo oyese aunque no creo
que fuese necesario, ya Clare había salido.
-anda, seguramente es un cliente –lo apremie y me quede en la sala de
juntas para recoger todo mi material de la presentación, me sentía eufórica,
demasiada energía para este cuerpo o bien iba esta noche al gimnasio o iba por
ahí a conseguirme un polvo.
-¿esa sonrisa es por los resultados? –Gerard me sorprendió.
-¿no tienes que ver detalles del contrato con el señor Brosnan? –respondí
demasiado hostil cuando invadió mi espacio personal.
-olvídalo Anne, hemos estado jugando demasiado al gato y al ratón. Dame
sola una noche y no querrás salir de mi cama –
Gerard jugaba fuerte, no se iba con medias tintas y por mucho que me
gustase comprobarlo, no me sentía en la tesitura de corresponder a su juego.
-suéltame –susurre con poca convicción cuando me estrecho contra sí.
-nadie entrara a esta sala por ahora, déjame darte solo un anticipo de lo
que podríamos tener –susurro a mi oído y mordió mi oreja como señal de lo que
quería.
-por favor –suplique y vacile cuando lamio mi cuello.
-¿Por qué te me resistes? –sus manos masajearon mis senos, estaba a punto
de perder esta batalla.
-porque si un día me acuesto contigo, será porque yo quiera no porque me
andes acosando como una perra en celo –jugué la carta de la indiferencia lo
mejor que pude.
-no sabes cómo me excita esa aura de mujer fatal –dijo apartándose de mí al
fin.
-jodete Gerard –fue todo lo que dije, tome mis carpetas y abandone la sala de
junta tan rápido como me llevaban mis pies.
No me era indiferente el coqueto de Gerard y ese era otro problema más,
¡céntrate! Casi me suplique, ¿Por qué en el mundo no tenía por jefe a un viejo
verde, casado, casi calvo y con pelos en la nariz? No, a mí me tocó un hombre
que esta como un tren, que además me tenga en la mira y que por razones
verdaderamente estúpidas no haya accedido a su invitación de terminar en su
cama.
-lo siento –escuche decir al momento cuando me estampe contra un muro
humano, mis carpetas rodaron por el piso y hubiese terminado igual de
desparramada si los brazos de esa mole humana no hubiese frenado mi caída.
-yo lo siento, no estaba mirando –susurre aturdida ¿pero qué demonios? Fue
todo lo que pude pensar cuando alce los
ojos y mire con quien me había chocado.
¿Este día pertenecía a algún episodio del día de la marmota5?
¿Cuántos sobresaltos más me iban a acompañar? Estaba en un estado de
ebullición, primero la reunión con Machine, luego Gerard y ¿ahora esto? Genial.
-¡eres tú! –quisiera saber ¿cómo alguien puede hablar como una acusación, gruñir
en la misma frase y casi escupir las palabras al mismo tiempo?
-bueno, sí. Hola –dije simulando mi impresión. Empecé a recoger mis
carpetas, esto no pintaba nada bien.
-¿Qué haces aquí? –¡Jesús! este hombre cuando no tiene unas copas encimas
sí que puede resultar un verdadero gruñón.
-vale, tío. Trabajo aquí, relájate –
-¿eso quiere decir que conoces a Robert Hand? –por un momento su cara de
turbación me provoco un ligero encogimiento, solo un ligero y casi
insignificante encogimiento.
-para ahorrarte explicaciones, no solo lo conozco. Trabajo con él, comparto
piso con su prometida y he tratado con tu querida Aubrey –dije rápidamente y
con todas mis cosas otra vez en mis manos me apresure a entrar en mi oficina,
no me convenía que Robert me encontrase cruzando palabras con él.
Antes de poder liberar el aire contenido en mis pulmones él entro detrás de
mí a mi oficina y estuve cercana a una apoplejía.
-¡¿has perdido la cabeza?! –le recrimine entre dientes, me asome para ver
si la impertinente de Clare estaba a la vista o si alguien más lo había visto
seguirme, gracias a Dios que no habían señales de Robert a la vista -¿eras tú
quien estaba buscando a Robert hace un momento? –pregunte sabiendo la
respuesta.
-¡me habías conocido todo este tiempo! – ¿puede solo dejar de gruñirme?
-mira bombón, para que quede claro; esa noche no te obligue a nada, de muto
acuerdo fue lo sucedido –
-¿Por qué lo hiciste? ¿Qué planeabas? –salte ante el tono de sus palabras, empezó
a pasearse como un león enjaulado, la hostilidad era un don al parecer de él, este
hombre de verdad que daba miedo.
-vete de mi oficina antes de que Robert se entere que nos conocemos –le
dije cuando la verdadera razón de mi preocupación empezó a tomar forma en mi
cabeza.
-eso debiste preverlo cuando me abordaste en la disco –paso su manos
exasperado por sus cabellos y no pude evitar admirar la sensualidad del
movimiento.
-entonces deberías cuidar por tener tu polla dentro de tus pantalones cada
vez que tienes una discusión de enamorados con tu perfecta Aubrey –contraataque
cruzándome de brazos.
-odias a Aubrey –Sonrió con acritud y yo enarque una ceja retándole a que
dijese otra estupidez como esa – ¡eso es! oh por Dios ¿Cómo iba a saber que
justo iba a dañar a Aubrey con una persona que la detesta de esta manera? –fue
una pregunta más para sí que un comentario dirigido hacia mí.
-no lo repetiré, sal de mi oficina –murmure demasiado exaltada.
-por favor no le cuentes nada –y el inigualable hombre seguro de sí mismo,
dueño de sus emociones, desapareció.
-no te preocupes, tú mismo ya te encargaras de hacerte más despreciable
ante sus ojos –lo apuñale con la mirada, prefería al ogro gruñón que a esta
piltrafa que suplicaba.
-ella es verdaderamente importante para mí –no pude contener una carcajada
llena de cinismo, seguro pensaba lo mismo mientras me follaba, imbécil.
-pero eso no te hace digno de redención ante ella ¿verdad? –contraataque en
cambio, bien sabía lo que era esforzarse por ser suficiente para alguien,
querer que tu fueses su mundo, caminar siempre con la zozobra de que en
cualquier momento harás algo que lo destruya todo –mis razones fueron egoísta
pero para mi propio placer –le dije para no atormentarlo –ni siquiera somos las
mejores amigas –le consolé cuando advertí sus propios fantasmas –no sé por qué
te preocupas tanto, la fidelidad es una característica de quien la merezca – le
aconseje ¿Qué? Si fracaso en mi trabajo, podría emplearme como libretista en el
programa de Oprah.
-¿eso incluye a Robert? –volvió a suplicar.
-¿Qué hacías buscándolo? ¿Consiguiendo aliados? –
-no creo que sea de tu incumbencia –la beligerancia que tanto experimente
de él el fin de semana pasado se hizo palpable.
-tienes toda la razón, me excuso por mi curiosidad –hice una mueca por mi
falta de inteligencia.
Pero entonces Ethan me dedico una larga mirada, lo cual me hizo recordar el
escarceo que habíamos protagonizados, súbitamente empecé a notar el calor de la
excitación. El hecho de que él me mirase de esta manera me hacía sentir
poderosa porque sabía que una parte de sus recuerdos me pertenecían y que si el
me mirase como lo estaba haciendo, su mente de una manera u otra me recrearía a
como me había visto en ese cuartucho de la disco.
-Anne –la puerta se abrió intempestivamente y tanto Ethan como yo nos
envaramos, fue un gran alivio que quien entrase en esos instantes fuera Gerard
–lo siento no sabía que estabas ocupada –su expresión no decía lo mismo.
Gerard miro a Ethan evaluándolo por si resultaba una amenaza para él y
quise reír ante lo estúpido de la situación, para lo que no estaba preparada
era para ver la aversión en el rostro de Ethan, seguramente obedecía a que
estuviese nervioso de que en lugar de Gerard hubiese entrado Robert.
-¿necesitas algo? –intervine.
-solo que olvidaste la USB en la sala de juntas –dijo enseñándomela pero
sin apartar la vista de Ethan.
-oh, gracias –di unos pasos en su dirección y la tome de sus manos, la cual
resistió un poco antes de dármela, sonrió como si tuviésemos un secreto
personal y quizás solo por mi orgullo magullado me sentí en la obligación de
corresponderle –ven conmigo a la cena del viernes –me escuche pedirle –su
sonrisa se amplió y al instante me arrepentí, el tomo mi mano y dejo un ligero
beso sobre el dorso y salió de la oficina dando un asentimiento en dirección de
Ethan.
-¿alguna pareja? –pregunto con ironía.
-¿ahora estas interesado en mi vida personal? – él sonrió con esa sonrisa
de él, tan oscura y secreta ¡Dios! Solo quería probar a que sabían sus labios
–vete Romeo, tu secreto está a salvo conmigo –dije con resignación, fue un
milagro que incluso esa noche él se hubiese fijado en mí, aun una mujer como yo
es consciente de sus limitaciones y él en honor a la verdad salió de mi oficina
y con toda la mala suerte del mundo quizás de mi vida también definitivamente.
5. película dirigida por Harold Ramis, los eventos del día se repite cada
mañana con exactitud a la vez anterior.
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