Con la tecnología de Blogger.
RSS

DOLOR*

-Tú, que te levantas ufano y desprestigias mi amor por ti…-
Leonela no pudo continuar, el alma le dolía y su espíritu rebelde parecía un fantasma de lo que fue, llevo con desesperación su mano derecha a donde latía furioso su corazón, iba a morir lo sabía, el aire faltaba, la luz era demasiado ominosa para soportar, él era la causa y maldito fuera si frente a ella no hacia alarde de su indiferencia.
-¿es que no tenes corazón? –
Dijo desfalleciente, ¿Cómo pudo amar en un tiempo a alguien tan frio como Facundo Meneses? Él no siempre fue así, susurro su doliente alma, quería poder mostrarse irreverente o fría como un pedernal pero aquí estaba ella, dando un espectáculo patético de sí misma.
-mátame de una vez, porque te convertiste en mi aire y mi sed –
Facundo con las manos en puños refreno sus pies cuando vio caer de rodillas a su amor, oh cuanto le dolía verla allí, ultrajada como un guiñapo, sin consuelo y sin redención grito furioso su espíritu. Ella la causante de su humillación, ella sí que no tenía corazón, ella no merecía ni el perdón de Dios.
-levántate Leonela, no me humillès más –fijo su mirada al vacío, ya no tenía valor para continuar –levantatè –volvió a urgirla –levantatè y no volvas más-
Con gesto endurecido Facundo hizo a ademan de subir las escaleras del pórtico de su casa, esta era la última vez que se permitía ver a Leonela, ya no había esperanzas para ellos y todo hubiese salido como lo planeado si los sollozos lastimeros de su mujer no lo hubiesen refrenado.
-para cuando la luna sea nueva te daré un hijo –
-¿Qué mentiras has dicho? –corrió a donde Leonela se había arrodillado – ¡miramè y volvè a mentime como esa noche! –
-nunca te he mentido, nunca –
Con esa suplica en sus labios, su mundo se hizo negro y perdió las fuerzas, ah que bien se sentía la muerte cuando el dolor del amor malogrado no podía alcanzarla.
-¡Leonela! ¡Leonela! –
Facundo estrecho contra su cuerpo fuerte y sólido el menudo cuerpo de su amada, cuan delgada estaba se reprochó en medio de su amargo dolor.

-mujer despertà, no me hagas esto –suplico con pánico –¡Bernard! –grito con desesperación  -mandà a trae un médico, que mi mujer se me va de las manos –suplico cuando sintió a su ayudante en las escaleras y el terror de perder a su amada lo consumia.

*dolor, es una creacion de mi autoria, no es el titulo de ningun proyecto. Un dìa me encontre con ganas de escribir algo como de epoca colonial y salio este pequeñisimo fragmento.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

CARTA DE UNA GREYSESSED…

Querida señora James.

Existen héroes románticos y Christian Grey. Existe un Darcy para cada joven enamorada pero ¿cuantos Grey puede haber para una soñadora que ha pasado demasiado tiempo con héroes románticos oscuros y por lo tanto, sus ideales y expectativas son demasiados altos? ¿Poco imaginativa esta frase, eh? Pero como siempre usted señora James me ha deslumbrado y ha resumido en una frase mi vida y que honor para mí transcribirla en mis palabras sueltas y sin sentido. Cuando inicie mi aventura de Cincuentas Sombras de Grey tenía la misma edad que Anastasia, me cautivo esa niña testaruda e inocente y me permitió soñar porque gracias a usted pude encontrar a alguien como yo aunque fuese a través de unas páginas de libros. La aventura se convirtió en obsesión y pase de ser una lectora normal a una obsesionada con todo lo relacionado con mi señor Grey.
Ahora cuatro años después solo espero caer de bruces a los pies de mi caballero de armadura gris con más sombras que luces, sí, gracias también por eso señora. Y aunque esto empiece a sonar como una reprensión no puedo evitar escribir todo esto que siento luego de haber leído Grey y decir “no quiero leerlo más a través de Anastasia, ella es mezquina  en su descripción de mi hombre perfecto” ella es tan limitada ¿Cómo se le ocurrió pensar que las flores y la nota eran de parte de su asistente? por favor dale un poco de crédito a mi chico, el mismo llamo a la floristería y pidió las flores blanca y redacto el mensaje aunque allí no iba nada de lo que él realmente quería decir y lo siento por Carla e indirectamente por usted también pero aunque los hombres haya que leerlos tal cual, no ocurre así con mi Cincuenta.
Oh señora James, ¿Qué está haciendo conmigo? Quiero MÁS ¿puede darnos más a todas esas greysessed como yo que solo quiere mirar a través de esos ojos grises? Aunque muchos la critiquen por su “prolija escritura” y sí, amo; ya sé que el cinismo es una baja imitación de intelecto (¿es suya esa frase o la plagio de Nietzsche como plagio el “nos vemos luego, nena” de Lelliot? No estoy segura que el señor Nietzche acostumbre a robar frases como Lelliot y sí, lo estoy reprendiendo señor obseso del control, gerente general de Grey Enterprise Holdings inc.)
Me desarmo una vez más señora James ¿Qué puedo decirle? Ver a través de Anastasia es como desear sin alcanzar o peor aún querer tocar a Christian y ya sabemos que antes de ella eso solo era imposible, en sus términos un límite infranqueable. Soy una Anastasia de pies a cabeza pero Christian son mis ojos y mi corazón en todos los sentidos, no quiero sonar desagradecida ¡Oh, Anastasia con su lengua rápida! “quiero un corte de cabello preferiblemente donde no hayas follado al personal y a la clientela” como dirían los españoles Joder, sencillamente mi héroe, un aplauso de pie para mi chica valiente y nota aparte para todos esos detractores aunque hay una trilogía que hable del carácter de mi chica, me siento tan orgullosa de la película porque aunque pensé que fue como un viento fresco, otra mirada de ella, después de leer Grey me quede preguntando si usted ayudo para que en la película la viéramos como Christian la veía, bah, ya me estoy colocando sentimental.
Espero que Anastasia no lo sepa pero dígale a mi amo que ame a Andrea, a Ros y a Gail a través de él. Son mujeres estupendas y perfectas en todo lo que hacían por el bien de él, si no le molesta dígale también que yo también detesto a Kate por muy amiga de Anastasia que sea y aunque ya sabemos el final ojala Lelliot hubiese usado su sentido común, que chica para exasperante. La puta adicta al crack ¿Por qué mi cincuenta la odia tanto? No era abusiva solo negligente lo dijo él, entonces ¿por qué solo es su mami en sus sueños y la maldita perra cuando habla de ella? Él odia la compasión pero ah, como me imagino a mi niño antes de los Grey  mi corazón solo se arruga más por él. Aunque solo tuve un bosquejo de Leila, no puedo decir que la odio, ella como muchas otras solo fueron un pequeño Ícaro volando alrededor de nuestro sol Grey y ¿quién puede culparla por ello? Ciertamente yo no. Y usted se preguntara si he dejado a la innombrable para alguna anotación pero la verdad señora James todavía no supero esos correítos de ama y tu esclava y mejor dejo esto así, yo también puedo enojarme señor Grey, pero como mi muy brillante chico pareció vislumbrarlo al final, a mí me parece que esa gata manejo la vida de mi chico como una bola de  estambre poco antes de Anastasia y su cautivante inocencia, solo que él o fue muy tonto o esa sí que sabía manejar juegos de manipulación y le dejo creer que él siempre estuvo al control, sí, otra vez reescribo sus frases.
Una larga lista la que he hecho, bueno pero no quiero aburrirla. Si escribiera dos libros más de mi Grey en su torre de marfil yo y mi mente inquisidora le estaríamos agradecidas, ¿Cómo manejara él el amor de todas nosotras las greysessed?

ATT
Una Greysessed que languidece de amor por ese magnífico hombre que no soporta verse frente a un cristal, que es un grosero mal hablado, que aunque él no puede yo si borraría de su vida todas esas mujeres antes de mi Anastasia, que…que no está para nadie incluso para su madre pero que si la señorita Anastasia Steele llama, la comuniquen inmediatamente con él. XX (porque sé que le gustan cuando Anastasia los deja junto a su nombre)

P.D

Yo también quiero saber que sintió cuando el Charlie Tango se incendió y  también cuando pensó que no volvería a ver a Anastasia cuando ella le pidió el dinero y se llevaba con ella el dinero y al pequeño bip. Sí, amo porque leerlo a usted es revelador y esclarecedor… 

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

CAPITULO 6 - Una Chica Muy Mala

Tomo el primer taxi que pasa frente al edificio perteneciente al emporio Machine, menudo día ha resultado y ya he tenido mi cuota diaria de casualidades en un mismo lugar, le indico al conductor la dirección de mi madre y me dedico a observar el cambio del paisaje a medida que vamos abandonando la zona céntrica de la ciudad. A mamá le gusta vivir lejos del bullicio, en sus palabras no califica para el ritmo desenfrenado de la sociedad actual, lo cual no me importaría si no fuera porque me toca también pagar la renta para nada económica de su casa de campo como le gusta llamarle. Pero solo nos tenemos ella y yo, ella pago mis facturas por muchos años, es a esto lo que llaman deber de hija.
No quiero pensar en el señor Moses, en Christopher o en toda esta extraña situación, ¿es enserio que ahora tengo padre? froto mis sienes cuando un terrible dolor de cabeza empieza a tomar forma, pareciera que todo el drama adolescente de mi vida que evite por años solamente quisiera aparecer como enviado del cielo. A esta edad solo tienes que pensar en tu renta, en ascender en tu trabajo, en tener a un hombre ocasional que te de buen sexo y quizás empezar a preocuparte por el estado de tus óvulos; no tendrías que estar preocupándote porque de la nada aparece una familia que no sabías que tenías.
-esta es la dirección que me ha indicado –
La voz cansina del conductor me recuerda lo que es real, miro a través del cristal del auto y en efectivo estamos frente a la casa de mi madre, quien está abriendo la puerta en estos momentos, seguramente cuando escucho el ruido del auto.
-gracias señor –le entrego el dinero de la carrera y salgo al encuentro de mi madre.
Mi madre es una mujer de cuarenta y ocho años, mide 1, 70 cm, rubia natural y una bomba de relojería para los hombres incautos. Su último novio tenia treinta años, el pobre no sabía que estaba con una verdadera devoradora de hombres; aunque no apoyo ninguna relación que ella tenga por motivos que rayan en la sensatez, porque incluso alguien como yo sabe de límites en el peor de los casos, no puedo evitar desear que mi madre encuentre a alguien que sepa sobrellevar todas su maneras y formas. Jamás lo confesaría a voz en cuello pero a veces deseo que mi madre me demuestre que nosotras somos más que este molde y que aunque hemos fallado infinidad de veces, quizás muy allá en la lejanía pudiese existir la verdadera felicidad para nosotras.
-mi tesoro –susurra mi madre cuando me estrecha entre sus brazos.
Pocas son las veces que mi madre se permite este tipo de debilidad, así que solamente cierro los ojos, aspiro su característico perfume de Carolina Herrera y la abrazo conservando este momento como valioso junto a muchos otros que hemos compartido.
-¿has subido de peso? –me aleja y sonrió ante su táctica de romper el hielo.
-dado que sigo una dieta vegana, hago ejercicio todos los días, dudo que pueda siquiera subir un kilo en una semana que no nos hemos visto –le riño mientras avanzamos al interior de su casa.
-¿Qué sucede? –me pregunta a quemarropa.
-puedes ir sirviendo la comida mientras te pongo al tanto –no tiene sentido dilatar la situación.
Me siento en la barra del desayuno, mientras mi madre se desenvuelve en su inmaculada cocina de granito.
-¿recuerdas el proyecto que significaría beneficios para mi portafolio? –
-aja –dice en tanto seca unos platos.
-pues bien, lo conseguí –su rostro se ilumina con su perfecta sonrisa de diseño -¿te comente para quien era el proyecto? –
-cariño, estoy orgullosa de ti; pero, eso me lo hubiese contado por teléfono, pero ya que estas aquí voy por el vino para celebrar lo inteligente que es mi chica –
-trabaje para industrias Machine –la botella que había alcanzado cae de sus manos reventándose en mil pedazos, no necesito más confirmación
Mi madre me mira por unos segundos sin poder sostenerme la mirada. La veo tomar una profunda respiración, en un movimiento nervioso y mecánico que suele hacer cuando las cosas están fuera de su control, empieza a frotar una y otra vez un colgante que nunca se ha quitado. Espero solo un poco si tiene algo que decirme pero es en vano, mi madre no es de las personas que le guste hablar de sus sentimientos.
-que desastre he hecho, voy por… -
-detente mamá –le insto –esto no es de que busques un limpión. Háblame de Christopher –
Me centro en hablarle de él, no me interesa saber que sucedió entre el señor Moses y ella. Las relaciones de pareja son demasiado intricadas y personales y no quiero juzgar a mi madre por su vida sentimental, no así por el hombre que se supone que es mi hermano, eso cambia las cosas porque un padre puede ir y venir pero un hermano cambia la ecuación.
-oh Dios –susurra.
Y por primera vez en mi vida veo una faceta de mi madre desconocida.
-se parece a ti –no quiero ser cruel pero necesito que me hable de lo que la llevo a no estar con mi hermano.
- no –se reclina en el minibar –Annette, necesito que te marches –
-¿enserio mamá? –Le recrimino y me coloco en pie –solo me voy y finjo que no tienes otro hijo, ignoro que después de tanto tiempo tú me has ocultado algo tan vital.
-yo no soy madre –dice con una voz lacónica y distante.
-bueno, no creo que él te considere su madre; pero estoy segura que Amelia no lo engendro –
-¡no menciones a esa mujer en mi casa! –
-vaya, entonces ya ella existía en la vida de mi padre cuando nos tuviste –es la primera vez que me refiero al señor Moses como mi padre y la sensación es un tanto extraña.
-tu padre y tu madre soy yo. No tengo más hija que tú y ahora me dejaras sola –
-¿lo amabas? –
-ay Annette –su rostro demuestra tal desolación que solo quiero abrazarla como un niño pequeño -¿Cuándo aprenderás que el amor es una invención de los débiles? –
-¿Qué tienes en ese guardapelo? –
-solo es un colgante –
-no es verdad –me mantengo firme, de las dos quien parece la adulta y mayor soy yo.
-necesito que te marches –su voz empieza a fallarle.
-mamá, no necesitas esconderte de mi –
-vete Annette, por favor –su voz se quiebra.
Es más de lo que puedo soportar, tomo mi cartera y avanzo hacia la salida. Mi madre no hablara de su pasado, ella necesita espacio para llorar su dolor, un dolor que no quiere compartir. Sé que no desea que la vea así, siempre ha querido que la vea como alguien inquebrantable y sólido. Por respeto a ello, abandono la casa pero no si antes escucharle preguntar por Christopher.
-¿me odia? –
-¿me enseñaste a odiar a mi padre? –le respondo en cambio, no quiero decirle que su hijo aunque no la tiene en un pedestal, tampoco la considera la persona favorita que quisiese conocer.
-cuando dormía solía sonreír –me giro para mirarle –no entendía porque lo hacía pero era cuando aprovechaba para besarle sus mofletes, era mi parte favorita en el día, verle dormir para que sonriese y yo pudiese contemplarlo ensimismada –su relato se detiene, me mira fijamente y comprendo lo que me quiere decir, no lo abandono porque no lo amase, lo hizo porque no tenía otra opción.
Cierro la puerta tras de mí y me siento en las gradas de la entrada de la casa, solicito un servicio y mientras espero a que llegue solo puedo pensar en que mi madre ha sufrido mucho en la vida. No te conviertes en un cínico de la noche a la mañana, ella tuvo que perder quizás al amor de su vida, desprenderse de un hijo y luchar con uñas y dientes para sacar adelante a la única hija que le quedaba.
Pienso irremediablemente en Ethan y en su pequeño, cuando imagine la madre del pequeño supuse de inmediato que era alguien como yo en la vida de Ethan, fue sencillo asimilarlo porque no habían sentimientos implicado allí, pero cuando remito los hechos a la experiencia de mi madre, no puedo ser imparcial. Es doloroso cuando solo somos sombras pasajeras en la vida de algunas personas, solo mujeres sin rostro, pero como sabe bien decir mi madre, la procesión se lleva es por dentro y para los demás solo somos seres frívolos sin sentimientos alguno. Salto de inmediato cuando mi taxi ha llegado, no quisiera ir a mi departamento, responder al interrogatorio de Stella, pero no pude siquiera almorzar con mi madre.
Le indico al conductor que me lleve a un restaurante de comida vegetariana, necesito asimilar las piezas de la ecuación, si el señor Moses ha hecho todo esto para contactarme, mi negativa del día de hoy no significara nada para sus intentos. Las preguntas que me mantienen intranquila son ¿Por qué hasta ahora? ¿Sabía desde antes mi existencia? ¿Cuál es la verdadera historia tras mi nacimiento? Entro a una cabina individual y soy servida en un tiempo apreciable, mi teléfono empieza a sonar pero no reconozco el número, la llamada es desviada al buzón de mensajes y nuevamente entra una llamada desde el mismo número, cedo a la tentación de saber quién puede estar llamándome.
-si –
-¿señorita Moses? –dejo el tenedor a un lado y concentro mi atención en la llamada.
-disculpe, ¿con quién ha pedido hablar? –
-Annette Moses, por favor –dice la voz de una mujer al otro lado de la línea.
-habla con Annette –es mi respuesta diplomática.
-señorita la llamo desde constructora Carson, soy Sussi ¿me recuerda? –
-¿Cómo consiguió mi numero? –
-es una larga historia –escucho la vacilación en su voz y no me gusta para nada como suena esto –su padre fue quien nos facilitó su número, pero puedo explicarle esto con calma más tarde, es que el arquitecto Ethan está en una junta de almuerzo y su bebe esta irritable y no lo puedo interrumpir ¿es para ver si usted puede hacerse cargo del bebe, en tanto Ethan se desocupa? –y como secundando la explicación de la tal Sussi, escucho el llanto del pequeño Ethan.
-¿no puede solo llamar a la tía del pequeño? –
-créame, usted es la única persona que me queda que me pueda ayudar. Tengo… -
-vale, estoy también almorzando. Si quiere que me haga cargo del pequeño, tráigalo al restaurante vegetariano que queda en la interestatal 5, no está lejos de su oficina –cuelgo dando por terminada la llamada y de la nada ahora también estoy siendo responsable de un bebe que no tiene ninguna relación conmigo.
La ansiedad empieza a ganarme cancha, el almuerzo antes apetitoso me sabe a simples ramas. Me levanto dejando el plato casi intacto y me ubico cerca de la entrada a esperar que llegue la secretaria de Ethan ¿Cómo termine involucrada en todo esto? ¿No se supone que la que tiene que capear todo este temporal es la perfecta de Aubrey?
Veinte minutos después de esperar ansiosa, contemplando cualquier auto que se estacionaba en la entrada del restaurante, un automóvil azul se estaciona y una desesperada mujer con un bebe en sus brazos baja del auto.
-gracias a Dios que la pude localizar –son sus palabras mientras me entrega al pequeño que como en la mañana, esta rojo de tanto llorar.
-ya cariño –lo arrullo y a saber por qué demonios, con mi voz el pequeño Ethan empieza a calmarse.
-¿es usted su madre? –levanto la vista del bebe a la mujer y la miro sin vacilación.
-¿Quién la traído? No podía manejar y cuidar del pequeño –
-me ha traído Ben, ¿lo recuerda? El otro arquitecto que la ayudo en la mañana –dice un poco vacilante cuando se percató de su desliz al suponer mi relación con él bebe.
-dos cosas, no soy Annette Moses; mi apellido es Jones y cuando el señor Colleman se desocupe, le informara que puede ir por su hijo a casa de la prometida del señor Hans –
Nos despedimos sin tanto protocolo, pero antes de tomar direcciones diferentes, cuando Sussi abre la puerta del acompañante puedo ver la mirada incisiva del hombre que la ha traído, su mirada me desconcierta pero decido ignorarla porque ahora tengo un problema que solucionar y es poder explicarle a Stella el motivo por el que estoy haciendo de niñera del hijo del ex de su cuñada, ¡que embrollo!
-¿Qué haremos tu y yo? –
Ethan me mira sin comprender en el lio que estamos metido, por respuesta solo recibo gorgoreos ininteligibles.
-¿ya has comido? ¿Sí? Pues vamos a casa, alguien tiene que hacerse cargo de ti –beso su cabecita llena de una pelusa de cabello negro, imagino que cuando Ethan lo conoció, no dudó que fuese su hijo.
-cuando Aubrey te conozca, caerá rendida a tus encantos –le azuzo cuando me sonríe –he caído yo pequeño granuja y eso no es fácil te advierto –detengo un taxi, pronto mi sueldo se ira en carreras.
Cuando estoy en el portal del departamento empiezo a dudar de mi grandiosa idea, a Stella puedo engatusarla con cualquier argumento pero a Robert ¿Cómo le explico esto? Respiro profundo y sujeto a Ethan fuerte contra mi pecho, lo cual le causa gracia y toco el timbre para que Stella me abra, a veces envidio su trabajo desde casa.
-¿Quién? –le escucho preguntar.
-ábreme tontarrona de la pelota –
-¡¿Quién?! –esta vez su pregunta tiene una entonación divertida.
-¡tengo las manos ocupadas! –es cuando Ethan también empieza a hacer ruidos extraños sumándose a la algarabía.
-¿escucho un bebe? –dice Stella cuando abre la puerta del departamento.
-sí, hola. Stella saluda al pequeño Ethan, cariño saluda a la tía Stella –paso junto a una estupefacta Stella, mejor que le de unos segundo para que asimile la sorpresa.
-¿de quién es ese bebe? –
-a poco no es adorable –levanto una invisible bandera blanca –no tenía quien se hiciera cargo de él y ya ves –sigo mi camino hasta mi habitación, se supone que los bebes duermen más que los adultos y de seguro este señorito necesita dormir o al menos yo necesito que me dé tiempo para convencer a Stella de que no me lance en el primer cohete que salga al espacio en los próximos minutos.
-¿Qué has hecho ahora? –
-por primera vez en mi vida, no es mi culpa que esté haciendo de canguro de esta criatura, Stella este niño necesitaba de alguien y Aubrey no está en muy buenos términos con Ethan –
-¿y qué sabes tú de bebes? –
El pequeño Ethan toma uno de mis dedos y empieza a jugar con él, contemplo por un momento la pregunta de Stella que se perfectamente que está libre de malicia.
-lo único que sé es que a parte de su padre, por el momento soy con la única persona que le gusta estar –
-me aseguraste que entre tú y Ethan no había nada –
-¡y no lo hay! –Ethan se sobresalta ante mi estallido y beso sus mejillas calmándolo - pero si me dieras el beneficio de la duda por unos instantes, me permitieras contarte lo que me ha sucedido hoy y no estuvieras señalándome como la peor escoria humana porque al parecer le estoy arrebatando el juguetito nuevo a tu cuñadita, entonces estarías aquí junto a mí, siendo apoyo en toda esta situación –
-Aubrey ni siquiera conoce a este bebe y mírate a ti –
-si tú estas sorprendida, dímelo a mí –me levanto de la cama e inmediatamente Ethan levanta los brazos buscándome –te juro que apenas lo conocí hoy, no sé cómo explicarlo pero ha creado un extraño vínculo conmigo –me quito los tacones para estar cómoda, me tiendo junto a él y gatea hasta colocarse sobre mi pecho, este niño me esta robado el corazón.
Miro a Stella impotente, no es algo que planee, acaricio la cabecita de Ethan, musita algo en su lenguaje de bebe y poco a poco le veo cerrar su ojitos, una lagrima escapa de mis ojos.
-la vida es una perra ¿verdad? –digo tras una sonrisa acuosa de mi parte.
Stella se sienta al otro lado de la cama y aprieta mi mano libre, esta es mi amiga, la incondicional a pesar de mis traspiés.

-Robert no puede enterarse de esto –concuerda y asiento –por obvias razones entonces iré a pasar la noche en su casa –me da un beso en la frente como la perfecta mamá gallina que es, sale de la habitación y poco a poco empiezo a sentir el cansancio por toda esta situación y como el pequeño Ethan, yo también empiezo a caer en el mundo de los sueños.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

CAPITULO 5 - Una Chica Muy Mala


-por favor, el señor Robert Hans ha venido conmigo –digo en medio de mi conmoción –dígale que me espere –le informo a la secretaria antes de seguir al señor Moses y al hombre que él ha llamado Christopher.
No entiendo que está sucediendo a mí alrededor, he vivido veintiocho años de mi vida conociendo una única realidad. Elizabeth Jones me tuvo a los veinte años de edad, madre soltera cuando aún no había terminado la universidad, que se había sacrificado por darme un techo bajo el cual vivir, para que nunca me faltase nada; mi madre podría ser cualquier cosa menos una mala madre; pero estoy aquí teniendo un día de mierda, un par de hombres que inexplicablemente guardan una relación conmigo, incluso peor, la sensación de ser parte de un plan que no concibo no me abandona y una profunda desconfianza me embarga.
Entro a lo que parece ser el despacho del señor Moses, no podría ser menos, la oficina del gran señor de la vanguardia de la tecnología en punta ¿había iniciado como una empresa de juguetes para su único hijo?
-solo necesito que me diga ¿Quién es usted? –digo mirando fijamente al señor Moses, quien se muestra nervioso y miro de soslayo a Christopher que empieza a notar la severidad de la situación.
-Annette –intenta dar un paso hacia mí pero retrocedo y levanto las manos indicándole que guarde sus distancias como lo había hecho hasta este momento.
-Elizabeth es vuestra madre –con esta simple afirmación mi mundo se derrumba, cuanto tengo ¿diez años?
-¿cómo? –Susurro, apretó fuertemente mis manos en puños, siento nublarse mi visión, necesito cuanto antes salir de este lugar –olvide que lo he preguntado, no necesito saber nada –avanzo hacia la puerta cuando las palabras de Christopher me bloquean.
-¿le preguntaras a ella? a quien no le importó separarnos –aquí tenemos a un gran enemigo de mi madre ¿Quién lo pensaría? nunca creí poder escuchar tanto veneno comparable con el que destilo a cada instante, pero veo que es algo…¿de familia?
-¿a ella? –Giro en dirección a él -¿Por qué no? ¿Qué sabes de mi madre? Lo siento, pero es una historia que tú y yo no conocemos, y mientras tú tuviste un padre y una madre…yo solo la tuve a ella –miro al señor Moses que retira sus ojos de mi –señor, usted tiene un hogar, una familia. Yo no pertenezco a su vida, nunca lo he necesitado. Acabe el teatro que ha montado, no soy una adquisición más de su empresa –
De chica solía tener ataques de ansiedad y siento suceder los mismos síntomas, trato de normalizar mi respiración, relajo mi postura y avanzo poco sin demostrar lo débil que me siento tras la noticia. Al estar fuera de la oficina agradezco que no me hayan detenido, no hubiese podido soportar permanecer erguida delante de ellos, Robert está sentado en la sala de recepción y cuando me ve se levanta inmediatamente y viene a mi encuentro.
-¿estás bien? –Acaricio su mentón para poder distraerme y una tímida sonrisa asoma a mis labios cuando Robert hace una mueca sin entender lo que hago -¿Qué sucedió allí dentro? –insiste.
-v-ve  allí con la documentación, ya todo está dicho. Yo estoy bien, necesito hacer una diligencia –le tranquilizo –regresaras sin mí a la oficina, luego justificare mi ausencia por el resto de la jornada –
-no puedes irte sin mí. No estás bien –
-tu lleva ese contrato –le doy un pequeño empujón y camino hacia el ascensor desoyendo sus protestas.
El elevador empieza a descender lentamente hacia la primera planta y deseo que no se demore tanto, en mi estado no es aconsejable que este en un espacio tan reducido. Las personas a mi alrededor no parecen notar en mí, miro las palmas sudorosas de mis manos, cada vez se me hace más difícil respirar. Parte de la pesada carga me abandona cuando llego a la primera planta, avanzo unos pocos paso cuando todo se vuelve negro…
Todo sigue negro debido a mi temor subyacente a abrir los ojos, estoy consciente, escucho voces junto a mí.
-ha fruncido el ceño –dice una voz de mujer.
-ya está volviendo –la voz se escucha muy cerca de mí y no puedo reconocerla por la somnolencia que me embarga, solo puedo reconocerla como la de un hombre.
-Annette –abro los ojos de inmediato mareándome en el intento –tranquila, tranquila –intenta calmarme.
Estoy en una oficina y por los objetos, pertenece al trabajo de Ethan. Tableros, mesas de dibujo; me encuentro recostada en un sofá. Precisamente quien me auxiliase tenía que ser Ethan Colleman, ¿acaso es una broma?
-Sussi puedes regresar a tu mesa –le indica a la mujer que había hablado anteriormente –Ben, gracias ya me encargo yo –el hombre que había hablado antes parecer dudar un momento pero también sale tras la mujer.
-gracias por todo, pero ya estoy bien –cuando intento levantarme, la misma sensación de debilidad que sentí al abrir los ojos me invade y Ethan me toma en sus brazos.
-al parecer no –dice bajo y me pierdo en el momento –al parecer no –vuelve a susurrar y cierro los ojos para evitar caer en la trampa de sus ojos –tienes unos ojos precioso –me dice cuando abro los ojos sin mirarlo a él.
-bueno hoy descubrí una promoción de tres por el precio de uno –intento relajarme, no me agrada que invade mi espacio personal, no como me siento en estos momentos.
-¿Qué te sucedió? –esto es demasiado personal, decido cuando sus brazos no me abandonan sino que por el contrario me mantienen fuertemente rodeada.
-y-ya p-puedo estar en pie sin ayuda –él duda si sostenerme o alejarme pero no creo ser la única que empieza a sentir enrarecerse el ambiente.
-creí que estabas con Robert –intenta encauzar la conversación –me sorprendió lo protector que es contigo –esto último no logro comprenderlo.
-¿a qué te refieres? Pero antes de seguir puedes darme un poco de agua –
-claro, lo siento. Por favor siéntate aún es pronto para que estés de pie –
-¿Qué sucedió con Robert cuando los deje? –
-solamente me advirtió, no; me amenazo que si miraba dos veces tus atributos –estoy segura que no fueran esas sus palabras –me mataría y así no le continuaba destruyendo la vida a las mujeres de su vida –
-es una suerte que no sepa que has hecho más que mirar mis atributos –su postura cambio de relajada a estar alerta al instante, lo siento si es demasiado susceptible.
-lo siento –dice entregándome un vaso de agua helada y su declaración me toma por sorpresa, no sé a qué se refiere –por lo del viernes en mi departamento –aclara al notar mi confusión.
-ah, eso –
-no tenía derecho a decir lo que dije –
-olvídalo, guapo –tomo de un trago el vaso de agua, nunca había estado tan sedienta; aunque últimamente parezca estar tomando las cosas de un trago y sin pensarlo, ya estoy por creer que la vida en este punto se está tornando como un trago de tequila.
-insisto –dejo el vaso en la mesa y froto mis sienes con energía.
-acordemos que eres un nuevo hombre, olvida esa parte, eso sonó como frase de la nueva era –me levanto esta vez sin acusar debilidad y camino hacia él –pero no necesito tu verborragia arrepentida. Creo que quien la necesita dista mucho a parecerse a mí –y en sus ojos se manifiesta la tormenta de emociones de aquel fin de semana –no soy nadie –me acerco aún más a él como atraía por un imán –no significo nada –susurro a su oído y no me refiero al viernes por la noche en su departamento y sus manos sostienen las mías como si previeran que lo fuesen a tocar –solo vive sin mirar atrás –lo miro a sus ojos sin amilanarme, necesito tanto ver a través de él que me pierdo en su oscuridad sin prever en mi propio error.
-eres una bruja –susurra muy cerca de mis labios, contagiándome de una necesidad inexplicable –no, una maldita hechicera –
Sus palabras murieron en el espacio de nuestros labios, nuestros alientos se mezclaron como por ensalmo, no existían nuestros yo en aquel encuentro, no había un hombre atormentado por la culpa de fallarle a quienes amaba o una mujer sin escrúpulos sin temor a las consecuencias; solo simples mortales con la necesidad autónoma de respirar el aire de otro y encontrar su propia esencia, que los liberara de sus gigantes aunque solo fuesen por ese miserable instantes. Un beso de culpa y redención, pero ¿Quién puede culpar al alma hambrienta? O ajusticiar a quien no conoce otro camino más que el de la muerte o desolación. Pero no se pertenecían, un beso no es una historia, un beso no es un final, no cuando la vida pasa sin dejar huella en el alma del otro.
-siento interrumpir –dice alguien a nuestra espalda y despierto a mi realidad, en el despacho de Ethan y con más cadáveres en mi closet para contar. Hoy no es el día para seguir rompiendo records.
Me separo de Ethan y por la expresión de su rostro, nuevamente he jodido sus planes, no me atrevo a mirar a la mujer que ha provocado tal reacción en él; me dirijo a una mesa y lleno mis pulmones de todo el aire que pueda, no creo que sea aconsejable después de una crisis de ansiedad estar practicando respiración boca a boca.
-Beth –le escucho decir incomodo -¿Q-Qué haces aquí? –se aclara la garganta y empiezo a contagiarme de su incomodidad.
-bueno, aunque no vea su cara sé que no es Aubrey –giro sobre mis talones y encaro a la mujer y mi replica acaba en mis labios cuando creo reconocer cierto parecido entre ambos, quizás sea su hermana.
-no, ella es Annette –continua Ethan por mí.
-¿alguna debilidad por las mujeres que su nombre comience por “a”? –bromea la mujer y en mi defensa tengo que decir que su humor es contagioso.
-espero que no –contesto –yo ya me marchaba –añado de inmediato pero la expresión de la mujer cambia instantáneamente.
-no lo creo –dice como si fuese mi madre –si estas lo suficientemente comprometida con mi hermano para hacerle este tipo de visita a su trabajo, creo que también serás capaz de hacerte cargo de las obligaciones familiares –miro a Ethan sin comprender lo que sucede.
-¿Beth que sucede? –el hombre seguro de sí mismo y a cargo de la situación toma partido y e irrevocablemente me siento atraída de todos su matices.
-yo creo que no me pertenece estar aquí –digo  a la defensiva, intento tomar mi cartera pero es imposible con una mujer como la hermana de Ethan.
-¡Sussi! –llama Beth y la chica que antes me acompañaba entra con un bebe, con un serio caso de irritabilidad –pasa que tu hijo fue dejado en mi casa por su madre y no puedo hacerme cargo de él porque Chase necesita que lo acompañe a una cita médica –
¿Su Hijo? ¡Dios! Pero ¿Quién es Ethan Colleman? Él bebe parece a punto de morir por un ataque de histeria, la pobre chica no sabe cómo sostenerlo, solo quisiera volver a desmayarme. Ethan se torna enfermizamente pálido y una expresión maliciosa atraviesa la cara de Beth.
-Sussi, entrégaselo a Annette -¿a quién? Grito en mi interior, La chica me mira aterrada –mi sobrino sencillamente me odia –dice como explicación y acomoda la correa de su bolso en su brazo y sale de la oficina como una exhalación y me parece escucharle algo como que tengamos toda la suerte del mundo.
-pero que mierda –exclamo aterrada cuando la vida más minúscula que he podido conocer es colocada en mis brazos.
-creo que al bebe no le gusta escuchar maldiciones –dice apenada la chica cuando el niño ¡el niño! Irrumpe en un llanto ensordecedor si eso es aún posible.
-¡no puedo cargar a un bebe! –digo cada vez más aterrada pero la chica me mira con ojos de lastima y también sale como si no pudiese hacer nada más y miro a Ethan que…
-solo cargarlo un instante –dice asustado –cálmalo, no sé. Haz eso que saben hacer las mujeres - y se va a servir un vaso de un líquido ambarino como toda ayuda prestada.
No acaba de decir eso, miro a la criatura y su rostro se contorsiona en una horrible mueca, voy a quedar con hipoacusia, pero que pulmones los de esta criatura.
-¿Cómo se llama? –
-Ethan –dice el papá aterrado.
-vale, Ethan –le susurro como lo he visto en la televisión pero la criatura sencillamente llora más fuerte y estoy a punto de ponerme a llorar a la par de él, ahora entiendo eso de que odia a cualquiera.
Coloco al pequeño Ethan en el sofá junto a su padre e intento quitarle las mantas y la ropa, creo que eso lo hacen con los bebe, quizás este orinado o sucio que se yo. Él bebe se opone a todos los movimientos que hago para desvestirlo, ¿Cómo se supone que esto lo hacen las madres? O mejor dicho ¿Dónde está la madre de esta criatura?
-¿Por qué no lo intentas tú? –le suplico a Ethan y él me mira como si fuera una alienígena -¿Qué? es tu hijo –
-solo no puedo cargarlo –
-por favor –le digo al bebe –quizás no seré tan guapa como tu madre pero no puedo ser tan fea –intento sonreírle y su llanto parece disminuir, solo espero que no sea una alucinación de mi parte -¿sabes cómo me llama tu padre? –Sus ojitos negros como los de Ethan brillan a punto de derramarse –dice que soy una bruja –su labio tiembla y solo deseo que no vuelva a romper en ese llanto enloquecedor.
Poco a poco logro quitarle la ropa y gracias al cielo solo esta orinado, miro si han dejado una pañalera y cuando mis ojos se cruzan con los de Ethan solamente me mira como si tuviera la cura para la muerte.
-¿ha dejado de llorar? –
-solo estaba orinado –miro al bebe que hala uno de los mechones que se ha escapado de mi moño –solo era eso amiguito ¿cierto? –Y la sonrisa desdentada más bella que he visto se dibuja en sus pequeños labios –oh no, mira si no eres igual de sinvergüenza que tu padre –le hago cosquillas en su blando estómago y por primera vez en mi vida me he enamorado.
¿Pero qué estupidez estoy diciendo? Solo son todos los acontecimientos del día que me están convirtiendo en una sensiblera.
-alcánzame la pañalera –le digo a Ethan demasiado fuerte –solo lo cambiare, necesito marcharme –
-pero tú lo has calmado –
-imagínate que si lo hice yo, lo pudo haber hecho hasta una niña de cinco años –empiezo a sentir una extraña hostilidad, no debo estar aquí, no debo estar arrullando él bebe de otra mujer, no el hijo de Ethan.
-no puedo hacerme cargo de un bebe –
-eso debiste pensarlo cuando te follabas a su madre –él bebe empieza a hacer unos adorables gorgorismos a mi pesar y le miro indefensa, este bebe es una bomba de relojería.
-ni siquiera lo recuerdo –me dice Ethan tendiéndome unos pañales, nos miramos por unos instantes, si, ella es una yo.
-por este bebe no estas con Aubrey –le digo antes de concentrar mi atención en su hijo.
-¿Quién en su lugar perdonaría algo como esto? –
-¿acaso estabas con ella cuando concebiste a tu hijo?- le pregunto como si no fuera obvio.
-pero un hijo que no sabía que  existía cambia todo cuando estas en una relación recién iniciada –
-¿me pregunto que ven hombres como tú en mujeres como ella? –es una pregunta retórica, es una pregunta sin respuesta, solo el reo es consciente de sus cadenas y solo yo conozco la profundidad de esa verdad.
Termino de cambiar los pañales del pequeño Ethan y sus ojos negros como el cuervo me mantienen cautiva de su hechizo, solo puedo agradecer a la vida que no sea una de las muchas mujeres como la madre de este bebe, que traen hijos al mundo solo para causarles dolor.
-si eres inteligente, utilizaras a este bebe para traerle de regreso –le digo colocándome en pie y con su bebe en mis brazos –Ethan mira lejos de mi sin poder sostener mi mirada –tómalo en sus brazos, algunos ni siquiera sabemos lo que es que un padre te sostenga en sus brazos y en cuanto a su madre, deberías empezar a acostumbrarte, no creo que lo quiera más que tu –
Le entrego al pequeño Ethan sintiendo que algo vital es desprendido de mis brazos y tanto como empiezo a sentirlo, salgo rápidamente. Cuando la realidad te abrume, solo corre. Solos pies veloces llegan a casa, solo quien vence sus propios fantasmas puede caminar sobre sus propios pasos sin temor a caer, lo repito como un mantra, solo huir.
No miro hacia Ethan al salir, no pertenezco a ese recuadro. Después de haber cargado a ese bebe en mis brazos siento mayor urgencia por hablar con mi madre. Quizás el vínculo que sentí con ese bebe, es por mi propia situación, quizás en el fondo aún sigo siendo esa niña que esperaba que su padre apareciera de la nada y viviera para siempre con mi madre. Ilusiones que fueron pisoteadas en el barro, esperanzas que había olvidado con los años. Odio sentir, odio experimentar humanidad.
-no escucho llorar al bebe –la chica me saca de mis cavilaciones y sonrió con cinismo en su dirección.
-no te preocupes, aún vive –ella solo ahoga un grito aterrorizada –quizás tu jefe necesite de ti, te aseguro que él bebe no come –
Camino hacia la única persona que me conoce realmente, la única mujer que tiene el poder para destruirme y rearmar mis pedazos  sin robar mi verdadero yo. Mi madre.
-¿sucede algo? –es su contestación cuando responde a mi llamada.
-¿no puedo llamar a mi madre? –
-ya que hablamos todos los días y lo hacemos antes de que te vayas a tu trabajo, sí, creo que sucede algo –
-¿Qué tal pasta? –digo insegura.
-Annie… -

-no demoro en llegar –finalizo la llamada sin darle tiempo a opinar algo más.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

CAPITULO 4 - Una Chica Muy Mala


Lunes, hoy este día tendría un nuevo significado para mí. Llegaría la contestación oficial de empresas Machine, la posible audiencia que me había anunciado la señora Moses, verle la cara a Gerard, ¡oh, ciertamente no podré verle a la cara! Hoy, no. De solo imaginar lo que él pensara de haberme ido sin despedirme o el recuerdo que él mismo tendrá de nuestro encuentro, provoca nuevamente un escozor insoportable en mi vagina, un escozor para nada agradable. Rememoro una y otra vez la escena y no encuentro que pudo haber salido mal. Es un hombre decentemente dotado, su técnica para hacerme el cunnilingus no era de una persona inexperta; sencillamente mi orgasmo no llego, lo imperdonable fue la resequedad de mi vagina y la actitud de él indiferente. Cierto que fingí pero era como si él hubiese estado en otra página diferente a la mía.
Por lo menos hoy puedo caminar, el sábado no quise ni levantarme de la cama. Las burlas de Stella solo sumaron motivos para mi gran estado de ánimo, solo puedo pensar que el karma existe, si tan solo me hubiese mantenido en la opinión de no acostarme con alguien del trabajo, ahora no tendría a mi espalda el peor revolcón de mi vida y que además fue con uno de mis jefes, esto es una absoluta mierda.
-¿estas lista ya? –pregunta Robert saliendo de la habitación de Stella y ajustándose una última vez la corbata de su traje.
-solo déjame tomar algo fuerte antes de irnos –él enarca una ceja no entendiendo mi actitud.
-¿es una broma? –
-oh, bebe. Solo déjala, que hasta yo tomaría una botella de vodka si fuese necesario si tuviera que verle la cara al peor polvo de mi vida –Robert entonces miró ceñudo a Stella.
-oh, oh –digo con una lata de cerveza en la mano ¿Qué? No bromeaba –Stella, cariño –le digo sorteando el terreno –
-¿Qué? –mira de Robert a mi sin entender lo que está sucediendo.
-¡no vuelvas a repetirlo! –es la respuesta enojada de Robert a Stella y sale tirando la puerta.
-¿pero que le sucede? Ni siquiera me dio un beso de despedida –
-oh, y a mí me dejara sin mi acostumbrado aventón de los lunes –le digo dejando renuente mi lata de cerveza –por Dios, Stella, no vuelvas a bromear sobre tu pasada vida sexual con tu futuro esposo –le digo dándole un beso en la frente y salgo también pitando, deseando que Robert en su estado de ánimo no me haya dejado olvidada.
Para mí fortuna Robert está en el parqueadero del edificio con su rostro enfurruñado pero aun esperándome, él es un sol.
-¡solo se ha acostado con el imbécil de Dave Simmons y conmigo! –despotrica apenas subo al auto.
-y créeme el mal polvo de la ecuación seria él –le digo medio en broma, medio en actitud consoladora, aunque tomó mis hurras en su favor de otra forma.
-oh, se me olvidaba que ambas probaron su caramelito –juro que lo intente, pero la cara de Robert no tiene precio y empecé a reír sin poder evitarlo –eres una perra –dice arrancando el auto y gracias a Dios que llevaba puesto el cinturón de seguridad.
-oh, vamos. No seas una nenasa, y solo lo dices porque te cabrea que otra polla haya estado en el coño de tu chica y como bien debes de saber ese caramelito solo fue probado por Stella cuando mucho en un par de ocasiones –dije a la defensiva cuando sus ojos me miraron como si me quisiese fulminar, hombres.
Llegamos al trabajo en un absoluto silencio, si quería estar enojado eso era problema de él y Stella. Estoy por replantearme eso de que mi dulce Robert sea un macho beta, aunque para el ego de un hombre mejor si somos vírgenes vestales cuando les abrimos las piernas, como si ellos lo fueran cuando llegan a nosotras.
-ustedes las mujeres son un absoluto dolor de cabeza –refunfuña leyendo algo en su teléfono, seguramente Stella le estará escribiendo.
-oh pero amas a ese dolor de cabeza en especial –le digo enlazando mi brazo con el de él mientras esperamos que abra el ascensor.
-es mi hermana, es casi imposible que no  la ame –es su respuesta y me deja fría en mi lugar.
-pensé que era Stella –mi voz se ha convertido en un murmullo.
-no, es Aubrey –nuevamente mira su teléfono y me separo de él apenas las puertas del ascensor se abren –el bastardo de Colleman está rondándola nuevamente –me dice bajo cuando se posiciona junto a mí –solo que él ha estado ocupado cuando mi hermana pequeña no ha visto el sol desde que rompieron –oficialmente soy un jodido caso de nervios.
-¿Cómo puedes saberlo? –un frio metálico desciende por mi columna, Stella por favor que no le haya contado nada.
-simplemente lo sé –dice cada vez más cabreado –un hombre como él no puede tener su polla dentro de sus pantalones –justo cuando lanza el ultimo comentario las puertas se abren y prácticamente salgo corriendo y maldita mi suerte que junto al pasillo de recepción esta Gerard ¿esperándome? Por un demonios que no sea así.
-buenos días –murmuro poco entusiasmada, Robert le estrecha la mano educadamente y sigue su camino sin esperarme, maldito traidor.
-por tu cara no creo que sean muy buenos –me responde Gerard y solo quiero que la tierra me trague.
-no vamos a tener esta conversación –digo a la defensiva y camino en dirección a mi oficina.
-como que me llamo Gerard Stewart sino –le escucho decir y oficialmente este día se ha convertido en el peor de mi vida.
Bueno, mejor temprano que tarde, vivo resolviendo mis estupideces la mayor parte del tiempo, esto no es más que un problemilla adicional que tengo que capear en mi haber. Coloco mi portafolio sobre mi escritorio y mi cartera sobre el mueble que está detrás de mí silla, Gerard entró a mi oficina y el único sonido que se escuchó fue el del clic de la puerta al echar seguro. Decido dejar que él entable la conversación, por mi parte no hay nada que decir.
-¿esta es tu nueva forma de jugar? –me increpa ante mi silencio -¿fingir que no tuvimos sexo el viernes por la noche? –su voz es apenas contenida y no sé si sentir admiración ante su autocontrol o fastidiarme por su maneras de señor.
-no es un juego, simplemente sigo el curso natural de las cosas –le contesto indiferente mientras tomo asiento.
-¡eres increíble! creí que después de lo que compartimos al menos hubieses tenido el tacto de no irte sin despedirte –esto es más de lo que puedo soportar.
-¿lo que compartimos? Creí que habíamos follado. Lo mismo que hice con otro hombre que ni sabía ni mi nombre en un cuarto de una disco no hacía una semana y lo mismo que hare con el primero que me cruce cualquier día antes que termine esta semana –su cara era ilegible ante la frialdad de mis palabras –Gerard, follar es mi pasatiempo y no repito con el mismo –él sacude la cabeza como si no creyese que le hubiese dicho esto.
-podemos tener algo real –dice como si estuviese convenciéndose de la verdad más absoluta.
-no sé qué impresión tienes de mí, pero soy una mujer con una profunda letra escarlata en mi frente, ya he perdido la cuenta de cuantos hombres han pasado en mi vida y ciertamente tú no eres especial –
-eres repugnante –me dice asqueado, hago una mueca cuando percibo la aversión real que empieza sentir hacia mí –no sé cómo pude siquiera tocar con mis labios los tuyos –enarco una ceja divertida.
-oh ¿te refieres a mi coño o a mi boca?–me carcajeo ante su expresión atónita –dilo Gerard C-O-Ñ-O quizás así puedas darle un orgasmo a una mujer y no finja para complacerte –
-no acabas de decirlo –cruzo mis brazos y sonrió con maledicencia –vales tan poco, pero esto no ha acabado –sale de mi oficina sin dedicarme una segunda mirada y no me siento triunfante, no cabe duda que para mí fue un mal polvo, pero más que su culpa todo sucedió en mi mente.
Dejo caer mi cabeza sobre el escritorio, no era mi intención dañarlo de esa manera, era mi secreto pero no lo pude evitar, a veces me siento como un puerco espín que no permite que nadie se acerque a través de sus púas,  me consuelo pensando que no es la primera persona que lastimo con mis acciones y otra más no hará la diferencia; pero es mi jefe, me susurra mi conciencia y mi respuesta llega como por ensalmo.
-Anne ¿Qué haces? –la voz de Robert nunca sonó tan dulce.
-reflexionando acerca de la gran zorra que soy –le digo sonriendo y el me observa a través de sus rubias pestañas como si quisiese desentrañar el acertijo que es mi vida.
-vale, si has terminado con tus profundas reflexiones, te necesitamos en la oficina del jefe –me pongo en pie de inmediato, no soy de las que se autocompadecen de sí misma –esas es mi chica –sonríe y espera que salga para venir tras mí.
Al entrar en la oficina del señor Brosnan, Clare se encuentra allí en modelo de secretaria, Gerard como subdirector que para mí tranquilidad tiene su mirada fija en unos papeles, Robert como asesor de la cuenta Machine y por supuesto el señor Brosnan.
-tomen asiento por favor –indica el señor Brosnan a todos los presentes, haciendo lo mismo al instante –Anne, no tengo buenas noticias –su anuncio es como un baldado de agua fría para todos los presentes.
-¿a qué te refieres? –Dispara Gerard olvidando los papeles a los cuales no les había quitado la vista –la reunión del viernes prácticamente había sellado el trato –dice tan sorprendido como me siento yo, miro al señor Brosnan a la espera que aclare toda esta situación.
-han hecho una nueva objeción –su mirada se centra en mi –quieren que te acerques hoy a las oficinas de Machine pero esta vez, sola –
-solo están jugando con nosotros –por fin hallo mi voz –saben que nuestra propuesta es por lejos mejor –digo con más seguridad, empiezo a comprender su juego –iré, claro que iré a Machine –digo colocándome en pie no soportando el bolo de adrenalina que se dispara en mi sangre –pero no iré sola, Robert vendrá conmigo. De todas maneras él hace parte de este proyecto tanto como de importante es mi participación –
-ellos han sido enfáticos en que asistas sola –vuelve a recalcar el señor Brosnan.
-deje esto en mi manos jefe, se cómo lidiar con el señor Moses –
-¿estas segura? –interviene Robert y le doy un guiño por respuesta.
-debes recordar la envergadura de este proyecto –habla Gerard sin mirarme –no es como si puedas convencer a Moses con unas de tus sonrisitas –repone con acritud.
-Gerard –Robert advierte sin titubear pero la animosidad de Gerard no desaparece.
-señores, por favor. No es momento de que los ánimos se caldeen –habla el jefe y Gerard parece reconsiderar su actitud.
-jefe, creo que debemos ponernos en marcha, cuanto antes tengamos este contrato firmado, podremos concentrarnos en otras cuentas –digo indiferente a la pequeña gresca entre los dos hombres, me sorprende que Clare no intervenga.
-Clare, prepara el contrato para que Robert y Anne lo lleven con ellos y llama a Machine para avisarles que todo está listo –
-no les informe que asistiré acompañada –le digo mientras toma nota laboriosamente, ella mira al jefe esperando su aprobación, me contengo de gruñir solo por demostrar lo insultada que me siento ante su falta de respeto a mi autoridad.
-has como ha dicho Anne –dice el jefe, dando por terminada nuestra pequeña reunión.
Clare es la primera en salir y Robert y yo la seguimos de inmediato, Gerard tendrá sus asuntos con el señor Brosnan porque no abandona la oficina.
-¿Qué sucedió entre Gerard y tú el viernes? –me susurra Robert algo enojado.
-ahora no. Tenemos que hablar del contrato de Machine –le susurro, no es una conversación que quisiera que Clare escuchara.
Nos dirigimos por separado a nuestras oficinas, el ordenar nuestras pertenencias no nos lleva demasiado tiempo y en breve estamos los dos enfrente de Clare esperando por el contrato, en ese momento Gerard sale de la oficina del señor Brosnan.
-Clare, lleve una copia del contrato de machine a mi despacho –habla Gerard a su paso y el rubor de Clare no me pasa desapercibido, aquí algo se cocina.
No tengo tiempo de seguir evaluando la posible relación entre ambos, después de todo me es indiferente en que hueco meta Gerard su polla, ciertamente en mi coño nunca más. Rápidamente Clare nos entrega a Robert y a mi nuestra copia del contrato y se apresura a cumplir la orden de Gerard, suerte le deseo.
-¿ahora me explicaras las cosas? –me recrimina Robert cuando estamos fuera del edificio donde se encuentran las oficinas de Brosnan Enterprise.
-solo mantén la mirada en el tráfico –le digo para aligerar el ambiente –me acosté con Gerard el viernes, él esperaba que lo acosara hoy por la mañana y le exigiera que gritáramos nuestra relación a los cuatro viento –le digo en broma.
-¿Dónde quedo la política de no confraternización? –
-no te preocupes, no saltare sobre tus huesos –sigo bromeando, lo que diré a continuación es realmente importante y no sé cómo prepararlo –Machine firmara el contrato, me quieren hoy en sus instalaciones porque esperan convencerme de que pase a hacer parte de la platilla del personal de su empresa –y fácil como es decirlo, Robert da un volantazo provocándome que pierda uno o dos latidos del corazón.
-¿sigues bromeando? –
-por las experiencias sexuales de mi vida que no –me mira un instante como diciendo que no tomo nada en serio.
-imagino que dirás no –retoma la conducción y le doy una miradora conocedora de “¿Qué crees?”
-a menos que su oferta te incluya –reflexione bajo, no había pensado en ello ante pero si ellos me ofrecían garantías, Robert tendría que ser una de ellas.
-¿y dejar al señor Brosnan en la estocada? –
-realmente no entiendo cuál podría ser el interés de ellos en mi trabajo –
-bueno, estas a pocos paso de averiguarlo –me indica Robert cuando entramos a un estacionamiento.
El edificio donde está ubicado Machine urbanísticamente es uno de los rascacielos más llamativo de la ciudad a la vez que publicitado. Al ingresar a la recepción nos entregan unas credenciales y la realidad de las circunstancias empieza a abrumarme, caminamos en dirección a los ascensores cuando aparece tras sus puertas la piedra molesta en mis zapatos, Ethan Colleman.
Sobrecargado de porta planos sale del Ascensor, había olvidado que el chico dorado era arquitecto, sabe Dios lo que hará con esas manos y no me refiero a los planos que diseñara para su empleo. Imposible adivinar lo que estará sucediendo en su cabeza al vernos a Robert y a mi frente a él, pero puedo estar segura de mi propia reacción y no me siento para nada cómoda, ante Robert, Ethan es un desconocido para mí, e inmediatamente cuando nuestras miradas se cruzan hago una ligera negación con mi cabeza hacia él, en este punto ni él, ni yo, nos conocemos.
-Hans –
-Colleman –los miro a ambos de hito a hito, ¿es enserio?
-que sorpresa –Ethan intenta entablar conversación con Robert, pero es un fracaso desde el principio.
-mucho gusto, Annette Jones –extiendo mi mano hacia Ethan a quien tomo sorprendido –trabajo con Robert –sonrió en dirección a mi amigo y le advierto con la mirada que no es el momento de ser estúpidos con lo que sea que este jugando Ethan con su hermana.
-Ethan Colleman –y estrecha mi mano, soltándola al instante. Me abstengo de bufar, ni que fuera clamidia o alguna ETS.
-¿eres el novio de Aubrey, cierto? –pregunto con inocencia –Robert y yo tenemos una entrevista de trabajo en el doceavo piso –no aparto mi mirada de Ethan, mi mensaje es claro –puedes hablar con tu cuñado, querido –ahora mi atención está en Robert –creo que la reunión con el señor Moses puede esperar por ti –sonrió en dirección de Ethan –saluda a Aubrey de mi parte –un ascensor vuelve a abrirse y no pierdo la oportunidad de escabullirme.
Me posiciono en una esquina del elevador y apoyo mi espalda en la superficie metálica, respiro con tranquilidad, no me gustan las casualidades, no creo en el destino. El hecho de cruzarme con Ethan en los últimos días y en situaciones inesperadas me hacen sentir insegura, no por el hecho del hombre que él encarna, no sería el primero que como él me cruzo en mi camino, solo que no puedo evitar sentir un inexplicable temor por las consecuencias de lo que él y yo hicimos. Si bien Stella es harina de otro costal, Robert no me perdonaría lo que hice, su hermana es tan sagrada como lo es Stella en su vida y aunque no dudo de la sinceridad de nuestra amistad, él no podría perdonarme lo que en su momento le hice a su hermana. He perdido tanto en la vida que perder lo poco que tengo me deja desvalida.
El ascensor abre en las oficinas de Machine, esto es otro universo. Me registro en recepción y la secretaria me pide unos minutos mientras anuncia a presidencia. A continuación la escena que se desarrolla ante mis ojos es para no creer, la secretaria calla y se queda mirando detrás de mí e irremediablemente me siento atraída por ver que es lo que ha causado el mutismo de ella y por todo aquello que puede ser sagrado siento como mis propias fuerzas fallan.
Ante mi esta un hombre, se nota unos años mayor que yo, nos miramos fijamente, él con un conocimiento de causa sobre mí y yo solamente sorprendida. Somos casi de la misma estatura, no diciendo que él no sea alto porque soy una mujer que mide 1.77, así que solamente nos miramos a través de los mismos ojos violeta, él es rubio, pero yo soy castaña porque me tinturo el cabello pero pasando por alto el detalle, él y yo pasaríamos por hermanos gemelos.
-Annette –lo dice como una invocación –tanto tiempo –retrocedo unos pasos.
-Christopher –la voz serena pero llena de autoridad del señor Moses se convierte en un farol para mí, giro en dirección a él necesitando de algo seguro -¿Qué haces aquí? –la recriminación en su voz me provoca un sobresalto pero su mirada no es dura hacia… ¿Quién es él?
-¿nos conocemos? –interrogo, Robert maldita sea ¿Dónde estás? Suplico en mi mente.

-esto no tendría por qué haber sucedido de esta manera –niega el señor Moses –lo siento Annette,  por favor acompáñanos a mi oficina –dice con resignación y solo puedo mirar hacia atrás y ver una vida confusa y llena de velos.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS