Es difícil lograr que algo que se viene trabajando en tu mente pueda materializarse en palabras que le hagan justicia. muchos de ustedes, gente hermosa que me ha acompañado en esta aventura de escribir me han preguntado sobre cuando sera que volverán a leer las ocurrencias de mi pluma pero no sabría decirles una fecha porque de verdad que he escrito, he borrado y vuelto a escribir porque no quiero entregarles algo que no valga la pena. este teaser que publicare es de una historia que un día me hizo levantarme de madrugada y escribirla, es la primera historia que la imagino en mi mente contada por un hombre. aun falta para que termine When She Was Mine, aun más para que retome La Gran Subasta, les quiero y no los he olvidado. besos de colores gente hermosa.
-estoy esperando a alguien Heidi, así que lo
que tengas que decir dilo de una maldita vez –
-Kyle me pregunto si tú eras su padre –el temor
era palpable en sus palabras, ¿a qué le temía? Llevo demostrándole cerca de dos
meses que he cambiado, mi hijo necesita a su padre y yo jamás pondría su
seguridad en riesgo, ¿de qué manera le hacía entender que era otro hombre?
-bien, eso lo podremos arreglar mañana. Ahora
quiero que te vayas –ese era nuestro juego, ver cuanto más nos podríamos lastimar.
-¿acaso no me estas entendiendo? –mordió su
labio inferior y en lo único en lo que pude pensar era en besarla y hacerle el
amor sobre la alfombra de la sala.
-veras, Heidi sabes que cuando tengo necesidad
de acostarme con alguien no pienso con claridad, eso me está pasando en estos
momentos. Así que digas lo que me digas no te voy a prestar atención –lo que
ella no sabía era que con la única mujer que me quería acostar era con ella,
pero ni ella ni yo estaríamos nunca más en esa dirección.
-eres un cerdo, Kyle –
-bueno, cuando tú y yo fallábamos como conejos
no decías lo mismo –follar, jamás supe lo que era follar con ella. Yo le hacia
el amor a mi chica.
-eres un imbécil –el timbre sonó justo cuando
más lo necesitaba, tenía que sacarla de mi casa como diera lugar. Me dirigí a
la puerta para recibir a una Breana en un minúsculo vestido.
Entro sin esperar a que la invitara, apenas vio
a Heidi en la sala su expresión cambio en su totalidad. Contemple a ambas
mujeres y fue un error hacerlo, Breana
no era la mujer que yo necesitaba esta noche, Heidi con su escaso maquillaje y
sin mostrar más de la cuenta podía hacer que cualquiera perdiera la razón por
un solo minuto junto a ella, pero las mujeres son tan inseguras consigo mismas
y Heidi no era la excepción, al evaluar a Breana pude ver como se menoscababa,
tomo todo de mí no sacudirla y hacerle entender que ella estaba por encima de
cualquier mujer.
-Breana, necesito que te vayas –las palabras de
Heidi me sorprendieron, ¿acaso ella estaba despidiendo a mi cita?
-Heidi, entiendo que en el café tú seas mi jefa
pero no estoy en tu café, estoy aquí porque Kyle me lo pidió –bueno, tanto como
pedírselo no pero el caso es que si habíamos acordado vernos.
-veras Breana, Kyle no está disponible para ti
esta noche–coloque mi mano en mi boca para no reírme de mi pequeña luchadora,
esta no podía ser mi chica de tiempo atrás pero su tono de aquí mando yo era
inconfundible.
-sé cómo terminara esto –decidí intervenir,
después de todo estaban en mi sala –Heidi tu marido seguramente estará a punto
de llegar y yo quiero tener un polvo antes de que termine la noche –Heidi me
miro herida, pero yo ya no era de ella. Ella tenía un maldito marido que iba
los domingos a la iglesia, que tenía un nombre respetable y no era perseguido
por asesinos.
Pensé que se marcharía cuando abrió la puerta
pero para mi sorpresa tomo a Breana del brazo y la saco, ¿Cómo lo hizo? Una
mujer con tacones es fácil de derribar.
-tu y yo hablaremos mañana, y abrígate que
pescaras un resfriado – sin esperar la contestación de Breana le cerró la
puerta en su cara.
-vete de mi casa y ruega porque Breana no haya
tomado un taxi –por muy fascinado que estuviera por la respuesta de Heidi ante Breana,
debía ser consciente que al final ella regresaría donde su impecable marido y
yo...yo siempre sería una mancha en su pasado.
-sino ¿qué? –su furia afloro sin ningún control
y a la mierda que tuviera un maldito hombre esperándola en su casa, acorte la
distancia y la bese como llevaba tiempo deseando, por un momento temí que me
rechazar pero sus brazos y labios se abrieron para mí. Quise llorar no porque
fuera un jodido marica sino porque cuando su aceptación me golpeo reconocí que
lo que tenía no era vida si ella y mi hijo no estaban en ella.
Me olvide de todo, de no querer amarla, de
querer con todas mis entrañas aborrecerla pero esta maldita mujer la tenía tan
enterrada en mi alma que ni todo el dolor que me pudo haber causado en el
pasado se comparaba con la sensación de plenitud que me embargaba tenerla en
mis brazos. No pensé en nada más que la sensación de sentir su piel en contacto
con la mía. La despoje de todas sus ropas y en ningún momento me detuvo, esta
chica era mía, maldición.
La tome contra la pared, la tome como un animal
y no me importo. Cuando se trataba de ella nada me importaba. Conocía cada
rincón de su cuerpo que sabía reaccionaria ante mis caricias, ella era mi musa,
era mi vida. Ella no fingía lo que no sentía y cuando grito mi nombre probé la
gloria, no te das cuenta que algo está mal hasta que no pruebas lo que
realmente está bien. Pero esto era un espejismo porque aunque ambos hubiésemos
alcanzado ese punto donde el mundo dejaba de girar y se inclinaba en contra de
la gravedad, lo que sucedería a continuación era la verdadera realidad. Ella
cruzaría la calle y se refugiaría en los brazos de ese idiota porque yo jamás
sería tan bueno como él.
Era el imbécil más grande de la historia y lo
que acababa de hacer lo confirmaba, Salí de su cálido interior sintiéndome como
la mierda, así no debería de haber sido, no cuando ella era de otro.
-espero que estés tomándote la píldora o usando
un dispositivo porque no he usado ningún maldito condón –no fui capaz de
mirarla a la cara, le había dicho esto como si ella fuera una prostituta. Me gire
acomodando mi pantalón en su lugar, la había cagado y a lo grande.
-yo..eh... –
-vístete y lárgate de mi casa –sabía a ciencia
cierta lo que me diría, ella quería que la abrazara y le dijera que todo iba a
estar bien, pero nada podría estar bien porque ella ya no estaba conmigo.
-Kyle –en su voz se notaba como luchaba con las
lágrimas pero esto había sido algo consentido, no me iba a excusar o buscarle
una explicación a lo que acababa de suceder.
-Heidi, solo fue sexo. Vete porque no quiero
ver cómo te derrumbas, tus dilemas poco me importan, me ha dado igual si fuiste
tú o hubiese sido Breana y no pienso justificarme mucho menos pero esto es lo
que hay –este era yo, siendo el imbécil más grande de Seattle. ¿Me ha dado
igual si fue ella o Breana? No solo le estaba mintiendo a ella sino también a mí.
-¿Cómo puedes hablarme de esa manera? –me gire
para ver como sus lágrimas ahogaban sus palabras.
-¿Cómo puedo? ¿Qué quieres de mí? Maldita sea.
Eres de él Heidi, es él quien se acuesta contigo todas las noches y a quien le
das un beso de buenos días, ¿yo? Yo no soy más que el hombre que te amó como si
no hubiera nada más para mí en la vida, pero poco te importo. Me abandonaste
cuando me llevaron a prisión, me alejaste de mi hijo, enloquecí cuando me
pediste el divorcio y no fuiste capaz de aparecer para organizar el funeral de
mis padres quienes te adoraban y no estaban metido en mi mierda. Lo único que
hiciste fue mudarte a la casa de tus padres y ahora meter a un hombre que no es
el padre de mi hijo en ella –ciertamente el perdón es un don que no me
pertenece, por ello quería alejarme lo más que pudiera de ella porque aunque sabía
que la amaba con todas mis fuerzas yo sabía que aún no la había perdonado y
cada día le sumaba a mi rencor el imaginarla en los brazos de otro hombre.
-jamás lo entenderías porque en la única
persona que piensas es en ti –su vergüenza y humillación eran palpable pero
sabía que nada de eso era dirigido a mi sino a su hombre fiel, porque desde su
punto de vista ella jamás me había faltado, ahora había uno mejor que si
merecía todo eso.
La puerta se cerró y con ella cualquier momento
que pudiera retener en mi memoria con Heidi. Lo siento nena, por no ser alguien
digno de ti, es una lástima que por mucho que te amé eso no fue suficiente para
ti.